Tras un cierre de temporada atípico y un comienzo irregular, nos encontramos de nuevo en el punto de partida. Es momento de construir grandes equipos como diría mi buen amigo y compañero, Pep Marí, formar plantillas sólidas, fortalecer alianzas entre sus miembros y esperar a que llegue la competición con parte de los deberes hechos.
Hoy os quiero hablar de una alianza muy especial, en realidad la más importante y sin la cual nada tiene sentido.
Entrenador- Jugador:
Es cierto que la labor del entrenador es compleja por la cantidad de aspectos que debe de trabajar, observar, analizar y tener en cuenta. Siendo a veces complicado llegar a todo y de ahí que entrenadores como tú, que ahora me lees, decidan buscar nuevas herramientas de las manos de profesionales, psicólogos del deporte.
Para trabajar este aspecto no importa si estamos entrenando niñ@s, semi-profesional o profesional. Todos son personas aunque de diferentes edades y además con algo en común, emociones. Si es cierto que encontraremos matices a la hora de cómo nos relacionamos, pero la intención y el valor es el mismo.
Esta alianza resulta fundamental para determinar de manera positiva el desarrollo de las habilidades y del rendimiento deportivo durante la temporada.
He asesorado a muchos entrenadores a lo largo de mi trayectoria profesional en estos 10 años y sigo aprendiendo de todos ellos. He conocido entrenadores poco implicados en esta relación, otros con una implicación intermedia y los que más, una plena consciencia de que sin ello, no hay nada que hacer.
La queja por excelencia del entrenador ante esta situación siempre es la falta de tiempo, y yo les digo siempre lo mismo, «Sin tiempo no hay relación y sin relación no habrá resultados».
Es la primera premisa que marco cuando trabajo con un entrenador, si quieres construir grandes relaciones con tus jugadores has de implicarte y para hacerlo es necesario invertir tiempo.
Resulta indispensable que el entrenador dedique a cada uno de sus jugadores, dentro del campo y fuera, una atención personalizada que les haga sentirse participes del todo y a la vez sientan que el entrenador se implica con ellos además de con el grupo.
En mis formaciones a entrenadores me gusta resaltar que el entrenador es un generador de contextos; es responsable de crear un ambiente de armonía y de confianza donde puedan desarrollarse los talentos individuales en busca del bien común.
Construir relaciones de calidad y de confianza con los jugadores no resulta una tarea sencilla. Cada jugador es un mundo y por tanto tienen necesidades muy diferentes y reacciones totalmente opuestas en muchos casos, aunque hay una cosa en la que todos coinciden: el querer ser reconocidos e importantes como jugadores.
El punto estrella en cualquier relación con un deportista es conocer lo que realmente mueve a esa persona, las motivaciones que causan sus actitudes y comportamientos. Para ello hay que escuchar además de observar.
Si consigues que el jugador se sienta comprendido, será a partir de entonces cuando se mostrará dispuesto a sacrificarse en cuerpo y alma por el equipo. Tienen que aceptar que hay aspectos importantes para el bien del equipo que se verán amenazados si no se renuncia al individualismo de cada uno.
Conocer a la persona más allá del deportista te otorgara un postura mucho más cercana. Por ello es necesario que el entrenador conozca cómo ha sido su vida profesional (equipos en los que ha jugado, por qué se ha ido, qué entrenadores ha tenido y qué tipo de liderazgo han empleado con él…), y además conocer cómo es en su vida personal (familia, aficiones, qué hace al salir de entrenar…) puesto que lo que pase fuera del club, afectará de cierta manera a su rendimiento.
Al fin de cuentas si conseguimos que los jugadores se sientan bien en lo que a nosotros nos compete, conseguiremos que entrenen bien y que por consecuencia jueguen bien.
8 puntos que considero fundamentales:
- TIEMPO: Primero y más importante, invierte tiempo e incluye en tus planificaciones diarias un espacio para este objetivo.
- ACCESIBILIDAD: Muéstrate cercano y accesible, evita poner muros entre ambos, eso no ayuda.
- ESCUCHA: Escucha al jugador e identifica sus necesidades.
- INTERCAMBIA: Intercambia opiniones y favorece el diálogo con ellos.
- PERSONALIZA: Crea espacios individualizados y personalizados donde el jugador sea lo único que importe.
- COMPARTE: Comparte tus criterios y tus evaluaciones con ellos y deja que aporten.
- RECONOCE: Ocúpate de que el trabajo de tus jugadores sea reconocido y recompensado.
- OBSERVA: Observa al jugador más allá del deportista y lee sus emociones para llegar hasta él.
Si eres entrenador, me gustaría que compartieras con nosotros lo qué haces para trabajar la relación entrenador-jugador.
Gracias 🙂
Próximamente os hablaré de cómo construir la cohesión interna dentro de un equipo.
Mucha suerte en vuestros proyectos