La transición de niño/a a adolescente conlleva una serie de cambios no sólo lo físicos, si no que, además, los menores deben desprenderse de su condición de niño/a teniendo que afrontar diversas situaciones para las que no están preparados/as pero que tienen que aprender a superar para así, fortalecer su proceso de maduración.
Como padres y madres, debéis saber de la importancia que tiene el hecho de desarrollar una buena comunicación en la que el adolescente pueda expresarse de forma libre, sintiéndose comprendido/a y, sobre todo, sintiéndose escuchado.
Pautas para trabajar la comunicación con los adolescentes
Hay que preguntar sobre temas que sean de interés para el menor sin que sea un ejercicio de pregunta-respuesta sin el menor contenido. Es decir, hay que hacer pocas preguntas y llevar a cabo una escucha activa.
Utiliza preguntas abiertas, guíale o aconseja entre determinadas posibilidades. La prisa o impaciencia por resolver una situación o la creencia de que lo que el adulto piensa es lo más adecuado no beneficia al proceso comunicativo.
Crea un espacio sin distractores (móvil, televisión…), ten en cuenta tu lenguaje no verbal y tómate el tiempo que sea necesario.
Deja que hable, asiente con la cabeza y muestra señales de que le estás entendiendo. Además, evita hacer reproches o utilizar frases impositivas como: “deberías…” o “tendrías que…”.
Ten en cuenta que ellos viven las situaciones con más intensidad, por esa razón, trata de ponerte en su lugar e intenta entender la importancia que el adolescente está dando a una determinada conversación.
El menor debe percibir que el adulto va a estar ayudándole en caso de que sea necesario y que lejos de inmiscuirte, formas parte de su proceso crecimiento.
No dejes que las emociones precipiten acontecimientos. Escucha, utiliza los silencios y da tu opinión de forma asertiva.