¿A quién no le gusta jugar a fútbol con una grada llena de gente?
Siempre hablamos de los futbolistas como estrellas, pero hoy mis líneas van enfocadas a esos protagonistas que están en segundo plano y que sin ellos nada de esto sería posible.
La afición, ese motor que latido a latido hace que los jugadores nunca se queden sin fuerzas. Esa afición que le pone voz a tus pensamientos y que corea tu nombre en forma de energía. Afición que te da el último aliento cuando más lo necesitas.
Personas que sienten y viven los colores de tu camiseta aunque no la lleven puesta, que te siguen y te exigen, pero te regalan mucho más que piden.
A tan sólo un día de una jornada decisiva para segunda división, una jornada de “vivir o morir”, en la que unos luchan por seguir en el barco y otros por cambiar a otro mejor y más grande, una multitud de personas cargados de ilusión se preparan para apoyar a su equipo.
La distancia no es inconveniente para una afición de bandera, autobuses que se llenan y entradas que se agotan, mientras tanto en la maleta no falta la camiseta y la bufanda, uniforme arlequinado para recibir a un equipo que quiere más y que no se pone límites.
Puedes encontrarte en un momento idílico o todo lo contrario, pero hay algo que se comparte en ambas situaciones, y es la necesidad de sentirte arropado y apoyado por los tuyos y también por tu afición. Ese plus añadido que te dan, te reconforta, te fortalece y te hace sentir uno más en el terreno de juego.
Salir al campo y ver la grada llena de color, vestida de gala para entregarte todo su apoyo entre cánticos y oleadas, te hace ver que tu sueño como futbolista se convierte en el sueño de miles de seguidores y que por tanto, un gesto tuyo se multiplica por mil sonrisas.
Por vosotros, la afición arlequinada, ilusionada y predispuesta a todo. Ese número 12 que también cuenta, y mucho.
(Fotografías de Roger Benet y Pedro Salado)