A todos mis deportistas siempre les digo lo mismo, hemos de trabajar para estar disponibles para el equipo. Que luego se cuenta con nosotros, fenomenal, que no, seguimos trabajando.
Lo mismo con la titularidad, el tenerla en un partido no quiere decir que sea efímera. Hay que aceptar los cambios como parte del juego, y luego analizar si hay algo que podemos mejorar para la próxima ocasión.
El cambio en sí, es algo que molesta a todo ser humano, y es de vital importancia aprender a trabajar con ello, seamos deportistas o no, ya que nos va a permitir avanzar mucho más rápido.
A pocos futbolistas les gusta ser cambiados, es más, me atrevería a decir que a ninguno. Molestarse es normal, quieren jugar todo el partido y cumplir con su trabajo, ahora bien, las formas con las que se manifiestan ante tal decisión, son las que marcan diferencias entre unos y otros.
Para muchos es una muestra de carácter ganador y de ambición, pero para otros es una falta de respeto para el club, aficionados y sobre todo para los propios compañeros que trabajan por lo mismo.
Cuando se está jugando y el entrenador decide que ha de ser cambiado, aquí debe de primar el pensamiento colectivo, y no el individual, que es lo que ocurre cuando el jugador se cabrea. Pensar en lo que necesita el equipo tiene que estar por encima de las necesidades individuales.
No olvidemos que el fútbol es un deporte de equipo, en el que todos son necesarios y donde uno sólo no podría afrontar la competición. Hay muchos compañeros que también se esfuerzan y trabajan para tener los mismos minutos y las mismas oportunidades. El compañero que sale a sustituir, se merece el mismo respeto que ha tenido el titular al inicio del partido.
¿Y su fueras tú el que sales en el minuto 70? ¿Te gustaría que se respetara tu entrada? ¿Te agradaría ver como tu compañero sale casi sin saludarte? ¿Esperarías con ansias ese momento? ¿Querrías aprovechar la oportunidad? ¿Y si fueras entrenador? ¿No harías cambios?
En el fútbol y en la vida vamos cambiando de roles, nada es para siempre, hoy aquí, mañana allí, hoy si, mañana no. Si, así funciona, si piensas que vas a ser titular indiscutible para siempre, tienes una barrera importante que trabajar.
Es importante verlo desde todos los prismas para tener una información completa sobre la situación. La empatía y el ponerme en el lugar de los demás, sea cual sea la situación, nos ayudará a tener otra respuesta.
Trabajar el autocontrol y medir esas respuestas, que en ocasiones son desmesuradas, también está dentro de lo que llamamos talento y profesionalidad. La actitud con la que nos enfrentamos a las diferentes estaciones de la vida, y del deporte, la elegimos nosotros.
Si nos cabreamos, hemos perdido el control nosotros, no es culpa del entrenador. Aquí entra en juego la tolerancia a la frustración que tiene cada uno y como desde pequeños se ha trabajado.
Si lo han jugado todo, el primer día que no la hagan será normal que estalle. Es una situación nueva y en su cabeza no existía esa alternativa.
Cabrearse es una elección, que un jugador sea cambiado no, por lo que es mas fácil trabajar en aquello que depende del propio jugador y aceptar que habrá cosas que no estarán a nuestro alcance por muy bien que hagamos las cosas.
Ser importante, hacer un buen partido, o marcar un gol, no te deja exento de ser cambiado, y como jugador, hay que aceptarlo, aunque a veces eso no sea lo que yo prefiera y moleste.
Da igual de qué categoría hablemos, si algo es innegociable, es el respeto. El entrenador puede entender que se moleste, el que ponga una mala cara, e incluso que no salude al salir, son cosas aceptables. Pero que le pegue una patada al banquillo, que tire un balón donde no toca, o que lance la botella de agua….son acciones desmesuradas.
Si hablamos de la élite, hablamos de que hay miles de niños viendo esas conductas. El ejemplo, la profesionalidad, el control y el compañerismo, no sólo ha de verse dentro del campo, también fuera, en este tipo de acciones.
Si eres entrenador:
- Resalta este tipo de situaciones en el código interno
- Concede espacio tras el cambio para que el jugador pueda procesar
- Acepta que le moleste y esté cabreado
- Trabaja el respeto entre los compañeros
- Acepta la molestia, pero no las respuestas desmesuradas
- No prometas aquello que no puedas cumplir
- Intenta no generar expectativas respecto al tiempo que van a jugar para que luego no se te vuelva en contra.
Si eres jugador:
- Trabaja para estar disponible siempre
- Jugar no te garantiza acabar el partido
- Acepta que tus compañeros trabajan para tener minutos como tú
- Piensa en como te gustaría que te recuerde la gente
- Tu respuesta no sólo la ves tú, la ven muchos. Sé ejemplo
- Valora lo que tienes y no lo que falta
- Diseña una rutina para cuando te cambien si te resulta complicado controlar tus emociones.
- Piensa si fueras tú el que sale a sustituir, cómo te gustaría que saliera tu compañero.