Hoy quiero hablaros del autocontrol, una herramienta que parece que algunas personas tienen y otras no. Vengo a romper con esa idea y a convenceros de que el autocontrol también se puede entrenar y trabajar. Es más, así como primicia, os diré que no me interesa el autocontrol como tal, sino todo lo que hay detrás. Y además, os confieso que el autocontrol es una herramienta de corto plazo y no de largo plazo. Esta es la primera pista para que veáis que va mucho más allá.
El autocontrol está definido por la RAE como: “control de los propios impulsos y reacciones”. Cuando uno/a lee esta definición, parece que la responsabilidad de poder ejercer ese control es única y exclusivamente de la propia persona. De esta manera, aparentemente parece que hay personas con más autocontrol que otras, aunque esto no es así del todo. Debemos tener en cuenta el factor exposición. Es decir, las personas con un alto grado de autocontrol tienden a pasar menos tiempo dentro de situaciones tentadoras, porque es más fácil evitar la tentación que resistirla. Con esto quiero decir que solo resistir la tentación no es una estrategia muy efectiva, ya que puedes eliminar un hábito, pero muy difícilmente puedas olvidarlo.
Es muy difícil apegarse a unos hábitos positivos en un ambiente negativo y este es el factor al que me gustaría prestarle mucha atención: el ambiente. Aunque antes de profundizar en como trabajarlo, debo dejar claro que la perseverancia, el compromiso y la fuerza de voluntad son esenciales para alcanzar el éxito, pero la manera de mejorar estas cualidades no consiste en desear ser una persona disciplinada, si no en crear un ambiente más disciplinado.
Por eso, debemos tener claro que el ambiente puede ser tu aliado o tu enemigo, porque cuando el contexto cambia nuestra manera de actuar también lo hace. Por eso debemos cuidar aquello de lo que nos rodeamos. Lo que puede iniciar una mala o buena conducta es una señal. Estamos constantemente rodeados/as de señales que activan nuestras rutinas y nuestras conductas diarias. Es decir, si queremos cambiar alguna conducta en la que nos sentimos mal o que nos perjudica en nuestro día a día, una manera de hacerlo es influir en el ambiente para reducir la exposición a la señal que lo causa, por ejemplo:
- Si no consigo avanzar en el trabajo, dejo mi teléfono móvil en otra habitación durante unas horas.
- Si no consigo entrenar porque me distraigo con los videojuegos, desconecto la consola y la guardo dentro de un armario después de usarla.
- Si estoy gastando mucho en ciertos productos, dejo de seguir a esas páginas que constantemente envían información referente a ello.
En definitiva, es importante que en nuestro ambiente haya señales visibles para accionar aquellas conductas que queremos llevar a cabo para ser más productivos o aquellas que favorecen a nuestro bienestar. Así que, el autocontrol no es una herramienta que algunos/as tengan y otros/as no, si no que está en nuestra mano trabajarlo, ayudándonos de ese ambiente que nos rodea y que podemos modificar.