Para rendir bien en competición hay dos variables psicológicas clave: la atención y la autoconfianza.
¿Recuerdas esa competición en la que todo te salía, que te sentías imparable? ¿Esa exposición en el trabajo en la que te expresaste a la perfección y todo salió a pedir de boca? Si te has sentido así alguna vez compitiendo en tu deporte, en tu trabajo, o desempeñando cualquier tarea, sabes lo que es la autoconfianza.
La autoconfianza es la convicción que los deportistas tienen de que podrán cumplir un objetivo o alcanzar un resultado determinado. Es la creencia de que cuentan con los recursos suficientes y adecuados para hacer frente a los retos que se han propuesto.
Autoconfianza no es autoconvencerse( ni autoengañarse) o repetirse una y otra vez lo ‘’bueno que soy’’. Eso queda muy bien en las pelis, pero la realidad, es que la autoconfianza está basada en una expectativa realista de lo que uno realmente puede hacer para conseguir un determinado objetivo. Está basada en la percepción de control, en sentir que controlo la situación y que conozco las posibilidades que tengo de superar mis limitaciones.
Cómo resulta obvio la primera herramienta para potenciar la autoconfianza es el entrenamiento. A través del entrenamiento de cualquier habilidad, ya sea en un contexto deportivo, laboral o personal, aumentamos nuestra capacidad de rendimiento y la conciencia de nuestras capacidades.
Como sabemos, el entrenamiento por sí mismo, o mejor dicho, de cualquier forma, no siempre es suficiente para generar una autoconfianza estable a prueba de baches. Os propongo una serie de consejos para potenciar tu autoconfianza y la de tus deportistas y poder afrontar las competiciones con la seguridad que tanto deseamos:
Establece objetivos de tarea claros, tanto para el entrenamiento como para la competición. Este tipo de objetivos ayudan a centrar la atención en aquello que es más relevante para nuestro sistema de juego y potencian nuestra motivación y nuestra confianza a medida que vamos consiguiendo aquello que nos hemos propuesto. Estos objetivos deben ser lo más concretos posibles; realistas y alcanzables, adaptados a nuestras capacidades; medibles, para evaluar nuestros progresos; temporales, con una fecha para conseguirlos. Además, mejor si están propuestos en positivo y son flexibles y adaptables al contexto.
Ten un plan para la competición, que contemple objetivos para todas las fases de la competición: precompetición, competición y postcompetición. Puedes establecer un plan que incluya todos los objetivos relevantes para todos los momentos importantes de la competición, tanto antes, durante, cómo después. Es importante que nos quede claro a qué estímulos debemos prestar atención en cada momento. Incluye todas tus rutinas de concentración en este plan. Tener un plan aumentará nuestra percepción de control sobre la competición.
Anticipa dificultades y propón soluciones para ellas. Un ejercicio interesante es anticipar las posibles dificultades que nos podemos encontrar en la competición y proponer soluciones alternativas.
Ensaya tu plan. Para potenciar la autoconfianza a la hora de competir es interesante habituarnos a situaciones potencialmente estresantes similares a las que nos encontraremos en la competición. La planificación debería contemplar simulaciones de este tipo en los entrenamientos y competiciones “menores” dónde poder ensayar nuestros planes de competición para potenciar nuestra autoconfianza de cara a los retos más importantes de la temporada.
Analiza tu rendimiento objetivamente. Usar un estilo de funcionamiento objetivo para analizar nuestro rendimiento en la competición. Comienza por identificar todas las cosas que has hecho bien (siempre hay algo que hacemos bien) y después reconocer las conductas que podrías cambiar o mejorar. Emplear los objetivos de tarea que nos propusimos para la competición como criterios para evaluar nuestra actuación es una buena idea.
Aprende estrategias para afrontar el estrés de la competición, como el autodiálogo o la respiración. Igualmente es interesante tener preparadas para las diferentes situaciones en las que pretendemos aplicarlas.
Por supuesto, la mejor opción es consultar a un psicólogo deportivo para que nos ayude a seguir estos consejos con la mayor eficacia posible.