La frustración es un sentimiento que aparece cuando no se logra conseguir lo que se desea. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido y nos sentiremos frustrados porque las cosas no han salido como hemos querido.
El problema llega cuando la manera de combatir la baja tolerancia que tienen hoy en día muchos padres y madres, es la de intentar evitar las fuentes que causan ese malestar a sus hijos, pensando que así es más fácil.
Diría que a diferencia de los adultos, a los niños les cuesta más controlar la reacción que se desencadena cuando algo no sale como quieren. Los adultos poseen más recursos, eso no quiere decir que no encontremos adultos que no la saben controlar.
Es importante distinguir la intolerancia a la frustración de una respuesta normal ante un niño que ha perdido, o que sus padres no le han comprado el juguete que quería en el supermercado.
SI solo expresan malestar y su reacción no es desproporcionada, está dentro de común. Lo que no sería normal son las pataletas, gritos, enfados, insultos y cualquier conducta que implique cierta agresividad.
El que los niños tengan poca tolerancia a la frustración se puede deber a muchas causas: baja autoestima, no saber aceptar fracasos, ser demasiado permisivos con ellos y sobreprotegerlos.
El papel de los educadores aquí es fundamental, pues desde pequeños se copian conductas y la primera forma de enseñar es cumplir con ello.
¿Qué podemos hacer para ayudarles?
1- Hacer deporte
2- Evitar el exceso de permisividad
3- Dar ejemplo
4- Demostrar que es elfuerzo siempre va lo primero
5- Trabajar con ellos técnicas de relajación
6- Identifica con ellos la frustración y dale espacio
7- De los errores se aprende
8- No evitarle la frutración «Tranquilo no pasa nada»
9- LAs cosas que salen mal no son fracasos, evitar verlo como algo negativo
10- Establecer objetivos razonables y realistas
11- Refuerza cuando reaccione de manera apropiada a una situación complicada
12- Promueve la autonomía