Una frase que repito mucho en consulta es : Lo perfecto es enemigo de lo bueno. La mayoría de veces que la digo me encuentro delante de un deportista(o persona que quiere aumentar su rendimiento) que está siendo excesivamente exigente con sus expectativas o aspiraciones de trabajo.
No es nada nuevo, ni sorprendo a nadie si digo que los deportistas tienen tendencia a ser muy exigentes y perfeccionistas. Ya sea porque las largas jornadas de entrenamiento para alcanzar la excelencia forjan este carácter, o porque personas con una tendencia natural hacia estas características, terminan practicando deporte o cualquier otra actividad que requiera una gran inversión de esfuerzo, para alcanzar altas cotas de rendimiento. Probablemente una combinación de ambas.
Es indudable, que estas personas disfrutan de este proceso, o al menos de la mayor parte. He oído decir muchas veces ‘este deporte es adictivo’. Y no es de extrañar, según la teoría de Flow de Mihály Csíkszentmihályi , las actividades que suponen un reto equilibrado para nuestras capacidades, tienen una meta clara, devuelven un feedback inmediato y exigen nuestra máxima concentración, son favorecedoras de estados de flujo. Según los estudios de este autor estos, son momentos de felicidad, placenteros y reforzantes, dónde el conciencia del propio ser se pierde y se fusiona con la tarea alterando la percepción del tiempo. Como habrás deducido, el deporte aporta estas características favorecedoras de estados de flujo, por lo que resulta reforzante en sí misma.
Pero bien, los deportistas de élite o que quieren llegar a al alto rendimiento, no se conforman con alcanzar estados de flujo, quieren alcanzar la excelencia. Explotar y descrubir la potencialidad de sus capacidades. Además, quieren ganar. Alcanzar éxitos. Ser los mejores.
Y aquí es dónde entra la exigencia desmesurada, dónde es fácil generar unas expectativas poco realistas, que en vez de favorecer su rendimiento, pueden acabar perjudicándolo por un exceso de estrés o presión. Los deportistas quieren hacer todo perfecto y no se conforman con hacerlo bien. Y no me refiero sólo con su desempeño técnico y táctico, si no con todo lo que envuelve a su deporte. Los métodos y procedimientos del entrenamiento, los hábitos, etc. Por ejemplo, la nutrición, el descanso, la preparación física, etc. Lo que sea.
Muchas veces, me he encontrado con deportistas que han abandonado una propuesta de trabajo por no poder hacerlo ‘perfecto’. Por poner un par de ejemplos. ‘No soy capaz de meditar a diario,pues lo dejo.’ ‘No puedo cumplir con todas las pautas nutricionales que me marca el nutricionista, pues como como me apetezca sin tener en cuenta los requerimientos de mi deporte’. Por supuesto, el abandono de estos objetivos, va asociado a una perdida de la sensación de control sobre el proceso de entrenamiento, al menos parcialmente. Puede incluso, aumentar el estrés.
Entonces, basándome en mi experiencia, me queda claro que cada objetivo y propuesta de trabajo debe ser realista, viable y adaptada a la situación de cada uno. No por querer hacerlo perfecto, será mejor.
Si no puedes hacerlo perfecto, hazlo bien.