Este año hemos estado ante uno de los acontecimientos deportivos más importantes para la
gran mayoría de los deportistas en el mundo. Durante 17 días se pone encima de la mesa todo
lo trabajado en los últimos años; un partido, una prueba, una oportunidad.
Este contexto nos muestra hazañas deportivas, récords, movimientos imposibles, poner el
cuerpo al límite… pero también, los JJOO nos han vuelto a enseñar cómo el deporte es un fiel
reflejo de la sociedad.
En primer lugar, se debe subrayar que han sido unos Juegos que nunca habríamos imaginado:
unas olimpiadas que han tenido que retrasarse debido a una pandemia mundial, competir sin
público, acatar grandes restricciones…
En este punto se puede comprobar la capacidad de RESILIENCIA de los deportistas entendida
como el poder de adaptación ante situaciones adversas con resultados positivos ya que se han
tenido que acoplar a un contexto lleno de incertidumbre dentro de una situación que ya de por
sí tiene un alto nivel de estrés.
En estos días también se ha hablado del TRABAJO PSICOLÓGICO dentro del deporte. El caso de
Ray Zapata que comentaba cómo su psicólogo le había ayudado a poner el foco en lo importante
o Déborah Rodriguez que hablaba en declaraciones posteriores a la competición del trabajo que
había realizado de la parte emocional.
Se ha visibilizado la importancia del ENTORNO y de la FAMILIA. Debido a las restricciones muchos
padres y madres, hermanas/os, parejas, hijos/as… no han podido acompañar a los deportistas
en su andadura olímpica. La familia y el entorno más cercano actúan como anclaje y, en muchos
casos, como moderadores emocionales. Éstos son sus fieles seguidores, pero también los que
ponen ese punto de realidad necesario en estas grandes competiciones.
Otro elemento clave ha sido la LUCHA. Los JJOO nos han hecho ver la cara más emocionante del
deporte. El caso de la Selección española de Fútbol que ha sabido no rendirse hasta el último
segundo del partido o Pablo Carreño ganando Djokovic en la lucha por el bronce.
También se ha podido ver la SUPERACIÓN en los deportistas olímpicos. Una de las personas de
las que más se ha hablado es de Simone Biles. Ésta decidió terminar su participación en los
Juegos debido a, como declaró públicamente, a su salud mental. Finalmente, salió a la pista,
compitió en una de las pruebas y ganó el bronce. Sin embargo, no es la medalla lo que debe
sorprender sino su capacidad de aceptar, trabajar y superar.
Sabemos que los valores que aporta el deporte son muchos y, sin embargo, en muchas ocasiones
quedan nublados por aspectos no tan educativos. En estos días, los deportistas han sido un
grandísimo ejemplo de COMPAÑERISMO entre rivales: Ana Peleteiro y Yulimar Rojas celebrando
el record del mundo y el oro de la segunda, Mutaz Essa Barshim y Gianmarco Tamberi
compartiendo el oro o Amos y Jewett ayudándose tras caer y quedar eliminados en la semifinal
de los 800 metros. SIÓN y un escaparate mundial.
En definitiva, los Juegos Olímpicos nos muestran, un año más, que el deporte es EMOCIÓN y REALIDAD.
Ahora deportistas, federaciones, cuerpos técnicos…se preparan para el siguiente. Para seguir
dando ejemplo y espectáculo.
Enhorabuena a todos los que habéis participado y… ¡NOS VEMOS EN 2024!