Parte de la construcción de un equipo está en el establecimiento de un código interno, con ello ya se va creando la identidad grupal para ir poco a poco creciendo como equipo.
Las normas son acuerdos colectivos, deben de ser respetadas por todos los integrantes y nos ayudaran a guiar a los miembros de un equipo hacia un objetivo común. Estas nos permitirán poder ajustar ciertas conductas para favorecer su funcionamiento y poder así anticiparnos a situaciones que puedan generar un conflicto futuro.
Es importante que sean establecidas al comienzo de temporada y conjuntamente con los jugadores, de esta manera ellos se sentirán participes de esa elección y las adoptarán como propias con mayor responsabilidad.
Se aconseja que estas sean:
- Cortas y claras.
- Sencillas y concretas.
- Aceptadas por los jugadores y leídas conjuntamente.
- Formuladas de manera positiva y evitar utilizar el “no”.
- Adecuadas y coherentes a las circunstancias.
- Evitar caer en la tentación de poner normas para todo, lo apropiado serían unas 5-6 normas básicas.
También se han de establecer con antelación las penalizaciones que pueden llevar la falta de cumplimiento, para evitar así tener que improvisar en el momento que ocurran.
Es importante tener en cuenta:
- Que las penalizaciones sean equilibradas
- Que no conlleven un perjuicio mayor al cometido
- Que no beneficien al infractor
Las normas han de ser cumplidas por todos, pero a veces nos encontramos con excepciones que han de tener un motivo objetivo y razonable para que puedan ser entendidas por el resto sin generar conflicto.
Nos podemos encontrar con que el jugador puede cometer alguna falta que no se contemple. Aquí es importante que el entrenador guarde la calma y no se precipite. Es vital escuchar a todos los implicados y antes de comunicar la sanción analizar las consecuencias que puede conllevar.