¿Qué significa fallar? ¿Y que falle tu hijo/a? ¿Y un deportista al que entrenas? ¿Y cuándo fallamos nosotros?
La realidad es que el fallo forma parte de la vida y del deporte pero poco tiempo dedicamos a verlo como un paso de crecimiento y una oportunidad de aprendizaje. Este se encuentra especialmente presente en los procesos formativos y educativos de los más pequeños, por lo que merece especial atención en el momento que aparece y que nuestro enfoque sea lo más constructivo posible.
Es muy importante dejar que los niños puedan equivocarse en situaciones que estén controladas por adultos ya que ello les permitirá desarrollar valiosas habilidades sociales y emocionales necesarias para su crecimiento.
Si transmitimos que el error es algo negativo y que como padres o entrenadores nos avergonzamos o nos cabreamos cuando lo vemos, al final generaremos un miedo y una visión desenfocada de su verdadero valor en estas edades. El miedo a fallar se convierte en la principal barrera que nos impide progresar y desarrollarnos, dando lugar a niños cohibidos que no expresan su creatividad y que pierden su iniciativa por miedo a equivocarse.
No hay nadie que no haya fallado alguna vez y si no hubiera errores que tuviéramos que ir superando no tendríamos tantas posibilidades de poder aprender.
Por esto y por mucho más no olvidemos nunca que el fracaso es parte del éxito y que el único que no se equivoca es el que nunca hace nada. Como entrenadores tenemos mucho que enseñar y aplicar en el día a día durante los entrenamientos, parte de su aprendizaje sois vosotros por eso es importante:
“Debemos enseñar que no es una deshonra fallar ya que fallar es el arte más grande del mundo.” (Charles Kettering)