Entramos en la recta final de la temporada. Todos tienen claro dónde quieren llegar, pero unos se juegan más que otros por el camino. Poder optar a algo mejor escalando hacia arriba o el luchar por no bajar y seguir defendiendo un puesto.
El tener como único objetivo el resultado, hace que nos desviemos del camino dejando de lado lo que realmente depende de nosotros. Si este es nuestro único objetivo y desaparece, (ascender, play off, un puesto determinado en la clasificación…) hará que nuestro esfuerzo se desvanezca poco a poco.
La responsabilidad que el ser deportista te otorga, hace que no te puedas permitir nunca la opción de abandonar o de aflojar la intensidad, estando en la situación que sea. Todo aquello que te esfuerces y luches será para ti y no será perdido. Todavía no está todo decidido y podemos hacer mucho.
- Recordemos nuestras fortalezas y méritos deportivos. Tenerlo presente nos encamina a nuestro objetivo. Es importante reforzarlos para potenciar nuestro rendimiento.
- Centrarnos en lo que depende de nuestro trabajo. Perder tiempo pensando en lo que no controlamos nos va a producir un desgaste que impedirá que estemos a nuestro mejor nivel y nos desviará de nuestro camino.
- Lanzarnos mensajes útiles, de seguridad para ayudar a nuestro cerebro a ser efectivo y operativo.
- Nuestra actitud la decidimos nosotros, y elegimos cómo queremos afrontar esta etapa. El contexto en el que nos encontremos no puede modificarla.
- Comunicación efectiva entre compañeros. La fuerza y confianza que se transmite entre ellos es fundamental en cualquier situación y ayudan a sacar nuestra mejor versión.
- Tensión acumulada de muchas jornadas de competición, de saber que son partidos clave los que quedan. Importante gestionarla y transformarla en energía controlada para seguir adelante.
- Tener un PARA QUÉ que le de sentido a todo.
Dejar de luchar y bajar los brazos es dejar de crecer como deportistas.