Entre los/las deportistas, uno de los fenómenos que suelen comentar de manera recurrente es que perciben una diferencia entre el entrenamiento y la competición. Comentan que entrenan mejor que compiten, que en la competición sienten una presión que en el entrenamiento no sienten con la misma fuerza.
La competición para ellos/as es un momento donde exponen sus habilidades, donde tienen que rendir y donde ellos/as perciben que un error es mucho más penalizado que en un entrenamiento. Es entonces donde ellos/as mismos/as ejercen una gran presión sobre ellos/as mismos/as que muchas veces puede crear un gran malestar por percibir que no se ha conseguido el objetivo que se pretendía.
Lidiar con esta presión es un trabajo que los/las deportistas demandan para disfrutar compitiendo como lo hacen entrenando. Pero qué pasa con esa presión que no se ejercen ellos/as mismos/as, si no que viene por parte de todo aquello externo que rodea al/la deportista, que no depende de ellos ni de ellas.
Esta presión puede venir por diferentes fuentes: por parte del staff directivo, de los/las entrenadores/as, de la familia, de las parejas, de las amistades, del equipo o incluso de los compañeros/as que compiten en contra. Muchas veces esa presión se ejerce de manera inconsciente, incluso con buena intención para que el/la deportista saque el máximo rendimiento y se sienta apoyado durante su carrera. Aun así, en otras ocasiones, esta presión se ejerce de manera excesiva y sobrepasando límites para inculcar una disciplina que a lo mejor ese/a deportista no está dispuesto/a o sencillamente no es el momento, como en ocasiones pasa con deportistas que destacan en edades formativas y no se respetan los tiempos de aprendizaje, haciendo que ese niño o niña no disfrute del deporte o incluso lo acabe abandonando a temprana edad.
Es por eso que es muy importante tener en cuenta los ritmos, conocer los límites de los/las deportistas, conocerlos/las más allá de su faceta deportiva manteniendo una comunicación asertiva con ellos/as que les ayude a conocerse como tal y a sobre todo disfrutar de su deporte, que al final es el fin de practicarlo.