La autoexigencia es una actitud que implica exigirse a uno mismo el máximo rendimiento posible en una actividad determinada. En el ámbito deportivo, la autoexigencia puede ser un factor positivo o negativo para el desempeño de los deportistas en las fases competitivas de la temporada, dependiendo de cómo se gestione y se regule.
Desde la psicología del deporte, se entiende que la autoexigencia es una forma de motivación intrínseca, es decir, que surge de la propia persona y no de factores externos como el reconocimiento, el dinero o las recompensas. La motivación intrínseca se asocia con un mayor disfrute, compromiso y satisfacción con la actividad deportiva, así como con una mayor persistencia y resiliencia ante las dificultades.
Sin embargo, la autoexigencia también puede tener un lado negativo si se convierte en una presión excesiva que genera estrés, ansiedad y frustración. Esto puede ocurrir cuando el deportista se fija metas demasiado altas o irreales, cuando se compara constantemente con otros o cuando se centra solo en los resultados y no en el proceso. Estos factores pueden afectar negativamente al rendimiento, al bienestar y a la salud mental del deportista.
En la fase de preparación, la autoexigencia puede ayudar al deportista a planificar su entrenamiento, a establecer metas realistas y a evaluar su progreso. En esta etapa, es importante que el deportista se centre en sus fortalezas y en las áreas de mejora, sin caer en la autocrítica destructiva o en la complacencia.
En la fase de competición, la autoexigencia puede aumentar la confianza y la concentración del deportista, siempre que se base en el reconocimiento de sus capacidades y en el disfrute del reto. En esta etapa, es fundamental que el deportista se adapte a las circunstancias del momento, sin obsesionarse con los resultados o con el rendimiento de los rivales.
En la fase de recuperación, la autoexigencia puede favorecer el aprendizaje y el crecimiento personal del deportista, siempre que se acompañe de una actitud positiva y constructiva. En esta etapa, es esencial que el deportista se conceda un descanso físico y mental, que reconozca sus logros y que analice sus errores con objetividad y sin culpabilidad.
Por ello, es importante que los deportistas aprendan a regular su nivel de autoexigencia de acuerdo con sus capacidades, sus objetivos y sus circunstancias. Algunas estrategias que pueden ayudar a lograr un equilibrio entre la autoexigencia y el disfrute son:
– Establecer metas específicas, medibles, alcanzables, relevantes y temporales (SMART), que se adapten al nivel de habilidad y al momento de la temporada del deportista.
– Evaluar el progreso y el rendimiento de forma objetiva y constructiva, reconociendo los logros y los aspectos a mejorar, sin caer en la autocrítica destructiva o en la complacencia.
– Fomentar una actitud positiva y optimista ante los retos y las dificultades, viéndolos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
– Buscar el apoyo y la retroalimentación de otras personas significativas, como entrenadores, compañeros o familiares, que puedan ofrecer consejo, ánimo y reconocimiento.
– Reconocer los logros y las fortalezas: hay que celebrar los éxitos, por pequeños que sean, y reconocer las habilidades y las cualidades que se han puesto en juego. Esto ayuda a aumentar la confianza, la autoestima y la motivación. Por ejemplo, reconocer los logros significa felicitarse por haber conseguido una marca personal o por haber superado un reto personal.
– Aceptar los errores y las limitaciones: nadie es perfecto ni infalible. Los errores son inevitables y forman parte del aprendizaje. Hay que aceptarlos como una oportunidad para mejorar y no como un fracaso o una amenaza. Asimismo, hay que aceptar las limitaciones propias y ajenas, y pedir ayuda cuando sea necesario. Por ejemplo, aceptar los errores significa asumir la responsabilidad sin culparse ni castigarse por haber cometido una equivocación o por haber perdido una oportunidad.
– Disfrutar del proceso y no solo del resultado, valorando el esfuerzo, el compromiso y la pasión por el deporte.
La autoexigencia es una cualidad que puede impulsar a los deportistas a alcanzar su máximo potencial, siempre que se gestione de forma adecuada y equilibrada. Desde la psicología del deporte, se puede ayudar a los deportistas a desarrollar una autoexigencia sana y positiva que les permita disfrutar de su actividad y mejorar su rendimiento.