La desilusión es algo que todos enfrentamos en algún momento, especialmente en el mundo del deporte. Aparece cuando las cosas no salen como esperábamos: un resultado inesperado, una lesión inoportuna o un momento en el que, a pesar de todo el esfuerzo, no logramos el objetivo. Tanto deportistas como entrenadores pueden sentirse desilusionados en cualquier etapa, y aunque es un sentimiento duro, también es una oportunidad para aprender y seguir adelante. Vamos a ver cómo surge la desilusión, qué puede provocar y qué podemos hacer para lidiar con ella.
¿Por qué nos sentimos desilusionados?
La desilusión en el deporte puede aparecer por muchas razones. Para un deportista, puede ser después de perder un partido importante, no ser seleccionado para jugar o no mejorar a pesar de los entrenamientos. Para un entrenador, puede llegar cuando el equipo no rinde como se esperaba, las tácticas no funcionan o siente que el esfuerzo no es reconocido.
Las expectativas tienen mucho que ver con esto. Cuando nos ponemos metas muy altas o no dejamos espacio para los errores, es fácil que nos sintamos decepcionados. Además, hay factores fuera de nuestro control, como una lesión, decisiones arbitrales o incluso la actitud de otros, que pueden hacer que la desilusión se haga presente.
¿Qué pasa cuando nos sentimos así?
La desilusión puede afectarnos de muchas maneras. Aquí te dejo algunos ejemplos de lo que puede pasar cuando la sentimos:
- Perdemos la motivación: Si te sientes desilusionado, es normal que te cueste más trabajo levantarte a entrenar o seguir esforzándote. Te preguntas si todo el sacrificio vale la pena y, a veces, hasta te pasa por la cabeza dejarlo.
- Baja nuestra confianza: Cuando algo sale mal, podemos pensar que es por nuestra culpa o que no somos lo suficientemente buenos. Esta forma de pensar nos quita la confianza en nosotros mismos, y eso se refleja en nuestro rendimiento.
- Nos estresamos más: Sentir desilusión genera emociones negativas como la frustración, tristeza o, incluso, el miedo a que vuelva a pasar. Si no logramos salir de ese estado, podemos terminar agotados física y mentalmente, sin ganas de hacer nada.
- Afecta nuestras relaciones: La desilusión no solo nos afecta a nosotros; también puede influir en cómo tratamos a los demás. Es posible que nos volvamos más irritables, distantes o que nos cueste más trabajo conectar con nuestros compañeros de equipo o seres queridos.
¿Cómo podemos superar la desilusión?
La buena noticia es que, aunque la desilusión duele, podemos hacer algo para gestionarla. Aquí te dejo algunos consejos que pueden ayudarte:
- Aceptar que es parte del camino: Sentirnos desilusionados no significa que somos débiles o que estamos haciendo algo mal. Todos lo sentimos alguna vez, y aceptarlo es el primer paso para seguir adelante. Reconocer que la desilusión forma parte del proceso deportivo nos ayuda a no verlo como un fracaso personal, sino como algo que simplemente ocurre.
- Revisar nuestras metas: A veces, es necesario ajustar las expectativas. Pregúntate si los objetivos que te pusiste eran realistas o si necesitas cambiar algo en tu enfoque. También es útil ponerse metas más pequeñas que sean alcanzables a corto plazo; lograr esos pequeños pasos puede darte un empujón de motivación.
- Hablarte con más amabilidad: A veces, somos nuestros peores críticos. En lugar de machacarte con pensamientos negativos cuando algo sale mal, intenta usar un lenguaje más positivo y constructivo. En vez de pensar «No sirvo para esto», podrías decirte «Esto fue difícil, pero voy a aprender de ello».
- Buscar apoyo en los demás: No tienes que enfrentar la desilusión solo. Hablar con un amigo, un compañero de equipo o un familiar puede darte una perspectiva diferente. Si te cuesta salir del bache, un profesional como un psicólogo deportivo también puede ser de gran ayuda.
- Aprender de la experiencia: La desilusión no tiene por qué ser el final del camino. Pregúntate qué puedes aprender de la situación. A veces, esos momentos difíciles nos enseñan lecciones valiosas sobre qué mejorar o cómo enfrentarnos a futuros desafíos. Utilízalos para crecer y hacerte más fuerte.
Afrontar la desilusión es duro, pero no tiene por qué detenernos. Es una emoción que todos enfrentamos en algún momento, y aprender a manejarla es parte de ser un deportista o entrenador. Lo importante es no dejar que nos defina, sino usarla para impulsarnos a buscar nuevas formas de mejorar y disfrutar del deporte. Al final, lo que cuenta no es si nos caemos, sino si somos capaces de levantarnos y seguir adelante.