A raíz de una entrevista hoy quería hablaros sobre el liderazgo de Hansi Flick, liderazgo que resulta único, no solo por sus estrategias en el campo, sino por la forma en que se conecta emocionalmente con sus jugadores.
Una de las manifestaciones más visibles de su liderazgo emocional son los abrazos que da a sus jugadores. Estos abrazos, aunque simples en apariencia, reflejan una profunda comprensión de la psicología del deporte y la importancia de construir confianza y seguridad dentro del equipo.
Un abrazo, especialmente en un contexto tan competitivo como el fútbol, representa mucho más que un gesto físico; es una muestra de apoyo, de cercanía, de presencia.
En el caso de Flick, cada abrazo comunica a sus jugadores que su valor va más allá del resultado en el campo. Este gesto se convierte en una señal de que, independientemente de los errores o de la presión, él está allí para respaldarlos, fortalecer su confianza y, sobre todo, humanizar el ambiente competitivo.
El contacto físico como el abrazo tiene efectos comprobados en el cerebro. Ayuda a liberar oxitocina, la «hormona del bienestar», lo cual reduce los niveles de estrés y refuerza los lazos entre las personas. En un equipo de alto rendimiento, estos momentos de cercanía ayudan a aliviar tensiones, a recordar que cada uno es parte de algo más grande y a impulsar la unidad.
Este estilo de liderazgo, basado en la empatía y el refuerzo emocional, hace que los jugadores de Flick se sientan valorados y les da una base sólida para superar los retos juntos.
Para Flick, el abrazo no es solo un gesto de empatía; es también una herramienta de motivación. Al abrazar a sus jugadores después de una jugada difícil o de un fallo, les recuerda que el proceso es tan valioso como el resultado. Este enfoque elimina el miedo a los errores y permite que los jugadores se sientan libres de intentar, de innovar, y de jugar con la pasión que el fútbol necesita.
El valor de los abrazos en el liderazgo de Flick no se limita a la motivación en los buenos momentos; también fortalece al equipo en los momentos de dificultad.
Con cada abrazo, Flick expresa la idea de que el fracaso es temporal y el apoyo es constante, creando un espacio seguro donde sus jugadores pueden seguir avanzando con confianza.