El rendimiento deportivo es el resultado de una combinación de factores físicos, técnicos, tácticos y psicológicos. Dentro de este último ámbito, las creencias juegan un papel fundamental que a menudo se subestima. Las creencias son las convicciones que tenemos sobre nuestras habilidades, el entorno y el resultado de nuestras acciones. Estas pueden influir significativamente en nuestra motivación, enfoque y desempeño general en el deporte.
Una de las creencias más importantes en el ámbito deportivo es la relacionada con la autoeficacia, es decir, la confianza que un deportista tiene en su propia capacidad para ejecutar tareas específicas. La teoría de la autoeficacia, desarrollada por Albert Bandura, sugiere que aquellos que creen en sus habilidades tienden a afrontar los desafíos con mayor determinación y perseverancia. Por ejemplo, si un judoca se considera un buen luchador probablemente entrenará más y se preparará mejor para las competiciones, mientras que otro que tiene dudas sobre sus capacidades puede rendir menos incluso aunque posea un talento innato.
Los atletas que creen que el esfuerzo y la dedicación son la clave del éxito son más propensos a mantenerse enfocados y a trabajar duro, incluso cuando se enfrentan a contratiempos. Este tipo de creencias fomenta una actitud proactiva hacia el aprendizaje y la mejora continua, esencial en el deporte.
Las creencias pueden afectar no solo la motivación, sino también el rendimiento físico real. Los atletas que mantienen una mentalidad positiva con creencias funcionales tienden a experimentar menos ansiedad y estrés durante las competiciones. Mientras que las creencias negativas pueden conducir a la autolimitación.
Un trabajo que realizo mucho en consulta consiste en identificar este tipo de creencias limitantes y sustituirlas por otras más funcionales que ayuden al deportista a potenciar su rendimiento. Una creencia limitante, podría ser por ejemplo, ‘si pierdo significa que soy malo’, que podríamos sustituir por una creencia más funcional como ‘Todas las experiencias me sirven para crecer y ser mejor competidor’.
Por supuesto, las creencias también se extienden al entorno social y al apoyo que un deportista recibe. Cuando un deportista siente que cuenta con el apoyo de entrenadores, compañeros y familiares puede fortalecer su confianza y motivación. Si creo que mi equipo me respalda es más probable que tome riesgos y rinda mejor, mientras que la falta de apoyo puede crear dudas y disminuir el rendimiento.
Algunas estrategias para desarrollar un sistema de creencias que potencien el rendimiento de los deportistas son:
1. Establecer metas realistas y alcanzables: Fijar objetivos realistas y desafiantes ayuda a construir la confianza.
2. Visualización: Imaginar el proceso necesario para alcanzar el éxito puede reforzar la creencia en la propia capacidad.
3. Feedback constructivo: Ofrecer retroalimentación positiva y constructiva puede ayudar a modificar creencias limitantes.
4. Fomentar un ambiente de apoyo: Crear un entorno donde el esfuerzo y la mejora sean valorados puede ser determinante para construir creencias positivas en los deportistas.
Si te sientes bloqueado y la competición es una fuente de estrés para ti. No lo dudes, acude a un psicólogo deportivo para que te ayude a identificar y reestructurar las creencias que te están limitando y poder llegar a alcanzar tu máximo potencial.