Remontar una situación adversa, ya sea un marcador en contra, un proyecto que parece perdido o un momento crítico en la vida, no es un acto fortuito. La capacidad de remontar está profundamente arraigada en la confianza en el proceso, en la preparación psicológica y, sobre todo, en la perseverancia. Es un talento que puede parecer innato en algunos, pero que, como muchas habilidades en el deporte y la vida, también se entrena, se refuerza y se cultiva de manera consciente.
El entrenamiento mental juega un papel crucial en la capacidad de remontar. Cuando un deportista tiene confianza en su preparación, sabe que, aunque las circunstancias sean adversas, cuenta con las herramientas necesarias para cambiar el rumbo. Esta confianza no aparece de la nada, sino que se construye a través de hábitos y prácticas específicas, como:
- Establecer micro-objetivos: Enfocar cada punto, cada acción o cada decisión como un nuevo comienzo es esencial para evitar el abrumador peso del objetivo final. Por ejemplo, en un partido de tenis, en lugar de pensar en ganar el set cuando vas 2-5 abajo, el objetivo se convierte en ganar el siguiente punto. La mente se libera del estrés global y se concentra en lo inmediato. Este enfoque permite mantener la concentración en lo que se puede controlar ahora, no en lo que ya ha pasado o en lo que queda por hacer.
- Reforzar la narrativa interna: El discurso interno es el motor de la confianza en los momentos críticos. Pensamientos como «esto está perdido» suelen ser automáticos en situaciones de presión, pero reemplazarlos por frases como “aún tengo opciones” o “sigo preparado” ayuda a reencuadrar la situación. Este cambio de narrativa no solo impacta emocionalmente, sino que también influye en el lenguaje corporal y en la actitud hacia lo que viene.
- Practicar la visualización de remontadas: La visualización es una herramienta poderosa para entrenar la capacidad de remontar antes de que la situación real ocurra. Imaginar en entrenamientos cómo se enfrenta y supera un marcador adverso o un obstáculo difícil prepara la mente para esos momentos. De esta forma, cuando la situación aparece en la realidad, el cerebro ya tiene un mapa mental de cómo actuar y no se ve paralizado por el miedo o la incertidumbre.
La capacidad de remontar no sería posible sin perseverancia. Este atributo, que puede parecer abstracto, es en realidad una combinación de pequeñas decisiones repetidas en el tiempo: la decisión de no rendirse, de intentarlo una vez más, de encontrar una nueva estrategia cuando la primera falla. La perseverancia no surge en los momentos de calma, sino precisamente en los de mayor adversidad.
Es aquí donde confiar en el proceso cobra sentido. Cuando el deportista ha entrenado, ha enfrentado simulaciones de presión y ha aprendido a gestionar su narrativa interna, la perseverancia deja de ser una cuestión de suerte o carácter y se convierte en una respuesta natural. No es casualidad que quienes remontan no solo sean talentosos, sino también constantes y dedicados.
Lo más fascinante de la capacidad de remontar es que no se limita al ámbito deportivo. Es una habilidad que trasciende el campo o la pista y se aplica a la vida diaria, a los negocios y a las relaciones. Cualquier persona que haya superado una crisis personal, profesional o emocional ha experimentado de alguna forma lo que significa remontar. Los mismos principios de confianza, preparación y perseverancia se aplican en estos contextos.
Remontar no es solo una cuestión de talento, sino de actitud. Es creer que, independientemente de cuán difícil sea la situación, hay algo que se puede hacer. Es aceptar que el marcador en contra no es definitivo y que siempre hay una nueva jugada, una nueva oportunidad, un nuevo comienzo esperando a ser aprovechado. Y ese cambio de mentalidad, esa transformación, es lo que convierte una derrota momentánea en una victoria significativa.