No puedo y no me sale. La frustración está presente en la vida de cualquiera. Es fundamental que durante el desarrollo y crecimiento integral de los niños, puedan aprender a controlarla. No podemos evitarla pero tolerarla nos permite enfrentar la vida con sus complicaciones y sin renunciar a nuestros objetivos.
Los educadores somos responsables de enseñarles a que hagan frente a aquellas situaciones en las que no consiguen lo que quieren. Pecamos muchas veces de no tener paciencia, de quererlo todo ya. Aceptar estas situaciones en las que no me salgo con la mía, requiere de aprendizaje y de tiempo por parte de los niños, que nosotros podemos enseñar:
- Aprendizaje por frustración. Estas situaciones son un excelente contexto para que aprendan cosas nuevas para cuando se les vuelvan a presentar.
- Que lo hagan solos. No se lo queramos dar todo hecho, que piensen, que lo intenten y se equivoquen si es necesario.
- Seamos ejemplo. Ante situaciones que puedan provocar frustración, debemos mantener una actitud positiva y de esfuerzo por superar las dificultades y encontrar soluciones.
- No reforzar el enojo. Cuando sienten frustración suelen responder con rabia y enojo. Si cedemos, les enseñamos que es el camino fácil de conseguir lo que quieren.
- Constancia y esfuerzo. Han de aprender que para conseguir ciertas cosas es necesario esforzarse y ser perseverante. Aprenderán que son herramientas para encontrar soluciones.
- Ayudarles a razonar. Que entienda lo que ha pasado. Si lo entiende se sentirá tranquilo y ganara confianza porque sabrá lo que tiene que hacer la próxima vez.
En el deporte constantemente se ponen a prueba los deseos y las expectativas de los deportistas, por lo que desde pequeños se enfrentan a situaciones en las que sus deseos pueden ser, o no, satisfechos.