En el deporte de formación, las familias tienen un papel muy importante para que el niño/a rinda de forma óptima y para que, por supuesto, disfrute y saque el máximo partido a la experiencia.
Entonces, ¿qué funciones realizan los padres y madres dentro de este triángulo?
Las familias ofrecéis el primer acercamiento al mundo deportivo, es decir, se les apunta a la extraescolar, se les compra el material necesario, realizáis los desplazamientos…
Dependiendo de la etapa en la que se encuentre el niño/a, se deben ir dando tareas en las que el menor sea el responsable al 100% y por lo tanto asuma las consecuencias tanto positivas como negativas de sus acciones.
Hay que aceptar que el deporte es emoción y que no sólo los niños/as las sienten. Sin embargo, como adultos debemos realizar un ejercicio más profundo de gestión emocional y así hacer que el impacto de éstas en el niño/a sea lo más positiva posible.
El deporte aporta una serie de valores que deben ser reforzados por todos los agentes alrededor del deportista.
Es importante ser referentes en lo que se refiere a la relación que se establece con el resto de agentes. Por esta razón, abrir canales de comunicación fluida y positiva debe ser de vital importancia, dando a entender que aportamos y apoyamos pero siempre desde una posición constructiva.
La vida deportiva del niño/a va a llevar un nivel ascendente en lo que tiene que ver con esfuerzo y compromiso.
Debéis ser conscientes que las rutinas van a tener que amoldarse a estos cambios adaptando los tiempos de ocio familiares, apoyando la realización de rutinas precompetitivas…
En resumen, es vital que, el triángulo entrenador-familias-deportista, este equilibrado, es decir, que todos y todas tengan un nivel de implicación y compromiso elevado. Que sea un equipo unido y por lo tanto vayan “todos a una” hacia el mismo objetivo. Y además que esté conectado, mediante una comunicación fluida y eficaz.