“La mayor parte del tiempo en un recorrido de golf se pasa entre golpes”
Todos los golfistas con los que he trabajado coinciden en dos cosas: 1) que el golf es un deporte muy mental; 2) que dedican nada o casi nada a entrenar esta parte.
La mayoría de los golfistas pasan largas horas en el campo de prácticas, golpeando bolas y más bolas incansablemente y a pesar de tener un dominio técnico aparente, muchos llegan a competición y no juegan igual. ¿Cuál es la razón detrás de esto? El golf, sin duda, es un deporte complejo y muy técnico en el que se requiere de habilidades técnicas para ejecutar buenos golpes, pero a lo largo del tiempo se ha subestimado el papel del aspecto mental en el desempeño del jugador.
En uno de los primeros libros que tuve en mis manos cuando empecé con la psicología aplicada al golf leí un párrafo que siempre he tenido muy presente en mi trayectoria:
“Aproximadamente el tiempo total, es decir el tiempo que emplea un golfista en un recorrido, es de 3 o 4 horas. Pues bien, tan sólo un 6% del mismo (15 minutos aproximadamente) lo emplea en golpear la bola o lo que llamamos el juego externo. El tiempo restante, que ronda aproximadamente el 94% (3 horas y 45 minutos) el golfista lo emplea en el juego interno (o lo que llamamos a bola parada)”
Entonces, es evidente que la mayor parte del tiempo en un recorrido de golf se pasa entre golpes y en la preparación de estos. Durante este tiempo, cómo manejamos nuestro estado mental y emocional tiene un impacto significativo en los resultados. De hecho, perdemos más golpes durante ese «90%» del tiempo que durante la propia ejecución de los golpes.
Estos años trabajando con golfistas he podido observar que el factor que perjudica más al jugador/a de golf, ya sea profesional o amateur, en alcanzar su máximo potencial, es el factor mental. ¿Y cómo estoy tan segura? Porqué muchos golfistas juegan distinto cuando están entrenando que cuando compiten, y la principal diferencia reside en cómo interpretan la situación que tienen delante. Durante el entrenamiento, se centran en aspectos técnicos y cuando salen al campo disfrutan del juego (por ejemplo, “voy a meter la bola por la derecha”, “vale ahora entiendo el por qué se ha ido a la izquierda”, “voy a pegarle al 150”, “lo estoy disfrutando”, “¿si la paso por encima del agua, qué me das?”, etc.), mientras que en competición, a menudo se ven afectados por pensamientos negativos y preocupaciones sobre el resultado (por ejemplo, “no puedo fallar esta bola”, “otra vez el mismo fallo, soy un desastre”, “que ganas de que termine ya esta vuelta”, “tengo que ganar este torneo”, “no puedo volver a caer al agua”, “tengo que hacer birdie o estoy perdida”, etc.)
Los obstáculos mentales que nos encontramos en competición pueden tomar diversas formas, desde el miedo al fracaso hasta la falta de concentración o la preocupación excesiva por el resultado final. Reconocer y abordar estos obstáculos es fundamental para mejorar el rendimiento. Un golfista que pueda identificar y trabajar en superar estos obstáculos tendrá más probabilidades de alcanzar su máximo potencial en el campo. Por el contrario, aquellos que ignoran estos desafíos pueden encontrarse constantemente luchando para alcanzar su mejor nivel.
Y ahora viene mi pregunta ¿dónde está tu cabeza entre golpe y golpe?