Cuando vemos a un/a deportista llegar a lo más alto, podemos asociar a ese éxito a factores determinantes como el compromiso, el esfuerzo y el trabajo. Estamos de acuerdo en que son factores fundamentales para llegar a conseguir el objetivo propuesto, aunque hoy quiero hablaros de la importancia de la autoexigencia y el cambio en una trayectoria deportiva, también como factores fundamentales y estrechamente relacionados.
Orientar el rumbo del futuro deportivo o de cualquier otro ámbito requiere añadir autoexigencia a la “receta” para conseguir ese reto que uno/a se propone. Una de las principales autoexigencias debe ser el aprendizaje continuo. Imagínate que después de realizar una acción que nunca habías hecho antes, te rindes porque no te ha salido bien o como esperabas. O que incluso, ya sabiendo hacer esa acción evitas retarte a mejorar en ello. Ahí entra en juego esa exigencia de la que hablamos, querer ponerte a prueba y siempre aprender de aquello que puedes mejorar sin importar cuántos intentos necesites. Cada deportista lleva sus tiempos y cuenta con ciertas habilidades para poder lograr ese cambio que le lleve a hacerlo mejor en esta repetición que en la anterior.
A esto me refiero cuando digo que el cambio es autoexigencia. Salir de la famosa zona de confort, puede dar miedo o puede crear pensamientos intrusivos que nos puedan hacer sentir incapaces de hacerlo. Además, a veces el cambio conlleva incertidumbre y momentos de caos, que incluso nos pueden llevar a pensar que no valemos o querer dejar de intentarlo. Aun así, es importante intentar salir de esa zona y ponernos a prueba, porque así esta zona de confort cada vez se irá ampliando más, haciéndonos saber qué nos estamos adaptando a la nueva situación y que ese cambio ha ido en dirección correcta. Nos permite aprender cosas nuevas, que si no nos hubiésemos propuesto hacer, no hubiésemos aprendido de la situación ni de nosotros/as mismos/as.
Es decir, para que un cambio se lleve a cabo debe haber intencionalidad y autoexigencia que nos lleve a ampliar esa zona de confort, teniendo en cuenta la situación actual en la que estamos y a dónde queremos llegar. Por eso es importante tener en cuenta también la evaluación del proceso, para así celebrar nuestros éxitos de la mano de todos nuestros esfuerzos por el cambio constante para nunca dejar de mejorar.