La retirada, una etapa que nadie espera y que todo el que es deportista recibe.
Lo ideal sería que los deportistas se fueran preparando independientemente del estatus o del nivel, pero no resulta fácil. La retirada es una etapa muy compleja para la mayoría, que requiere una cuidadosa atención y preparación, aunque a la vez es la gran olvidada.
Pensar en retirarse puede ser un proceso emocionalmente desafiante y doloroso en parte por todas las pérdidas que de inicio implica, como la identidad deportiva ligada a su carrera o el hecho de dejar de ser noticia para los que han sido número 1 como Rafa.
Cuando a uno le motiva mucho lo que hace y le apasiona desde dentro, puede dificultar que encuentre el momento de reconocerlo. De alguna manera es como que se niegan a aceptar la realidad.
Fruto de esto, en ocasiones, se va posponiendo porque el momento ideal para esto no existe y en esos espacios queda la posibilidad de que haya alguna respuesta física que le haga pensar que todo esto es cuestión de darse otra oportunidad.
En este punto muchos deportistas se encuentran con la situación de querer hacer y no poder. No solo por las lesiones, si no por las sensaciones, la confianza y en algún caso incluso por la vulnerabilidad que sienten al percibirse con un nivel al que no estás acostumbrado entre otros. Esa es la confrontación en la que creo se encuentra Rafa Nadal. Que por mucho que disfrute como dice, llega un momento que tanto parón acaba desgastando.
Hay que reevaluar objetivos y ajustar expectativas. Lo que no se puede es enfocar el presente, con el Rafa del pasado, porque acaba siendo muy frustrante.
Señalar que la retirada empieza mucho antes de verbalizarlo y comunicarlo al mundo en caso de ser deportistas de renombre. La primera fase del duelo en una retirada es la negación, por no querer acogerse a los ritmos que marca el cuerpo y no alcanzar las expectativas que se marcan.
La retirada deportiva puede ser un momento extremadamente difícil para los atletas, especialmente cuando no se acepta o se enfrenta con resistencia. Aquí hay algunos desafíos comunes que pueden surgir cuando un atleta tiene dificultades para aceptar su retirada deportiva:
Identidad perdida: Los atletas a menudo han identificado su propia identidad y autoestima con su carrera deportiva. Cuando ya no pueden participar en su deporte, pueden experimentar una sensación de pérdida de identidad y propósito.
Pérdida de estructura y rutina: La retirada deportiva puede significar el fin de una estructura y rutina de vida muy establecida, lo que puede generar ansiedad y confusión sobre cómo llenar el tiempo y el espacio previamente ocupados por el deporte.
Ajuste social: Los atletas pueden perder conexiones sociales significativas con compañeros de equipo, entrenadores y personal de apoyo cuando se retiran del deporte. Esto puede llevar a sentirse aislado o desconectado socialmente.
Desafíos emocionales: La retirada deportiva puede provocar una serie de emociones difíciles de manejar, como la tristeza, la ira, la frustración y la depresión. Pueden experimentar un duelo similar al de una pérdida personal.
Retos de transición: La transición a la vida después del deporte puede ser abrumadora, especialmente si el atleta no está preparado para ello. Pueden enfrentarse a dificultades para encontrar un nuevo propósito o dirección en la vida.
Percepción de fracaso: Algunos atletas pueden percibir su retirada deportiva como un fracaso personal, especialmente si la retirada fue por razones no deseadas como lesiones o falta de oportunidades.
Es importante abordar estos desafíos de manera compasiva y comprensiva. La aceptación de la retirada deportiva puede llevar tiempo y esfuerzo, y es fundamental que los atletas reciban apoyo emocional y práctico durante este proceso. Los psicólogos deportivos y otros profesionales de la salud mental pueden ofrecer orientación y recursos para ayudar a los atletas a adaptarse a su nueva realidad y encontrar un sentido renovado de propósito y satisfacción en la vida después del deporte.