La retirada deportiva es una transición compleja que antes o después todos los deportistas experimentan.
Este proceso suele resultar más complejo para aquellos deportistas que han competido a un nivel alto durante mucho tiempo, ya que le han dedicado mayor parte de su tiempo y esfuerzo al deporte.
El hecho de dejar la alta competición conlleva muchos cambios, no solo a nivel deportivo, sino también a nivel social, emocional, personal y familiar que deben ser gestionados correctamente.
Además, este proceso será diferente si la retirada ha sido una decisión propia y meditada o si ha sido forzada por una lesión y, por tanto, entran en juego otras variables como puede ser la aceptación de la situación o la tolerancia a la frustración.
En el caso de ser una decisión propia, es fundamental que la retirada sea un proceso planificado y progresivo para que resulte más sano y llevadero.
Por ello, es tan importante la carrera dual, es decir, tener una carrera profesional/formativa a la vez que deportiva. Esto garantizará tener un plan B de cara a cuando el deporte de alto rendimiento llegue a su fin.
Existen diversas maneras de llevar a cabo la carrera dual según los objetivos y necesidades de cada deportista. Una opción es priorizar la carrera deportiva sobre las otras actividades, es decir, el foco principal está en los entrenamientos y competiciones y su preparación.
Otra opción es priorizar la carrera deportiva o la profesional/formativa según el momento y los objetivos. Por ejemplo, en época de exámenes focalizarse en los estudios y no tanto en los entrenamientos, y al revés en época de competiciones importantes.
¿Qué aspectos se deben trabajar en la retirada deportiva?
La retirada deportiva es una de las etapas más difíciles que experimenta el deportista, por ello es importante no descuidar la parte social, familiar, profesional mientras se está en el mundo de la alta competición como forma preventiva, así como pedir ayuda a un profesional para gestionar esta transición y que sea un proceso más sano.