Las lesiones son una de las cosas que más teme un deportista, y para lo que normalmente no se está nunca preparado. Tras sufrir una lesión, es normal que se sientan emociones como la rabia, la frustración o el miedo a que nada sea como antes. Emociones que mantenidas en el tiempo van a retrasar la recuperación.
Esta etapa suele dejar un gran vacío en el día a día, donde de manera fortuita tienen que cambiar todas sus rutinas. Aquí también aparece la ansiedad por querer acelerar los tiempos de evolución, a veces incluso precipitando los regresos con las consecuencias negativas que eso conlleva.
- Empezaría por destacar la importancia de ser consciente de la realidad, el hecho de aceptar el diagnóstico y la situación actual ya forma parte de la recuperación.
- Al cambiar la situación, hay que establecer nuevos objetivos, adaptarlos a las posibilidades y que sean tanto realistas, como alcanzables, para que estos vayan aportando sensación de evolución.
- Practicar la visualización es una de las claves, aquí el deportista puede por un lado trabajar sus gestos técnicos para no perder sensaciones, y por otro, trabajar en esa imagen que tiene de sí mismo cuando practicaba su deporte con normalidad.
- El identificar los progresos, por pequeños que sean, el poder anotarlos en un diario facilita tomar consciencia de como se va progresando.
- Seguir conectado al deporte será necesario para entender la recuperación como un entrenamiento más, una forma diferente de trabajar. Es importante también tener contacto con el grupo y compartir espacios de trabajo para seguir de cerca la dinámica de equipo.
- Contar con una red de apoyo fuerte le hará sentirse acompañado y arropado en un momento de muchas dudas e inseguridad.
- Mantener la motivación ayudará a que el compromiso con el proceso de rehabilitación sea mayor y esto le impulsará a afrontarlo con una actitud más positiva.
- Por último, el aplicar técnicas de relajación y auto control para trabajar la regulación emocional y la gestión de las diferentes fases por las que va a ir pasando.
Las prisas son malas consejeras y el hacerlo sin un profesional que acompañe las emociones del deportista como se necesita en esta situación, es un riesgo. El entorno también tiene que entender los tiempos, hemos visto muchas recaídas, complicadas, que merma todavía con más fuerza la autoestima y la confianza de quién la sufre.
Desde aquí, recuperarlos es mucho más difícil para todos.