Durante toda la semana la atención está puesta sobre el partido, en su preparación, en la alineación, en el rival, en su transcurso… pero ¿qué pasa al acabar? ¿Cómo gestionamos ese momento sea favorable o no?
Al terminar el partido todos sabemos que el estado de ánimo de los jugadores, del entrenador y del resto de cuerpo técnico cambiará en gran medida según haya sido el resultado final por lo que todos somos conscientes de que no es el mejor momento para comentar nada. En el deporte el componente emocional está muy presente y además se encuentra muy aferrado al resultado lo que provocará constantemente un carrusel de emociones.
Si hemos ganado el partido transmitiremos nuestra alegría de manera controlada y felicitaremos al equipo, si por contra hemos perdido evitaremos hacer reproches, correcciones o decir cosas de las que luego nos podamos arrepentir, ya tendremos tiempo para hablar cuando el nivel de activación sea el adecuado y sin tener que dejarnos arrastrar por el momento.
Sería conveniente como entrenadores mantener un equilibrio emocional, ni un exceso de adrenalina ante la victoria ni un decaimiento abismal ante la derrota para transmitir al equipo estabilidad y serenidad en la manera de actuar.
Es importante respetar y conceder ese espacio al acabar la competición para que los jugadores puedan expresar y liberar sus emociones ya que resulta necesario para empezar con fuerza la nueva semana de trabajo. Este tiempo será también muy útil para el entrenador ya que le permitirá con calma seleccionar la información que considere relevante y estructurarla en beneficio del equipo.
El primer entrenamiento después del partido sería el momento más acertado para poder comentar todo lo necesario. Aquí los jugadores ya habrán tenido tiempo de reflexionar y estarán más tranquilos para poder tener un diálogo del que se pueda sacar conclusiones y por tanto que permita crear un espacio de aprendizaje en base a ello.
- Es conveniente empezar señalando y reforzando lo que el equipo hizo bien para que tomen consciencia y genere confianza, posteriormente ir introduciendo las correcciones ya que serán más receptivos en este orden.
- Intentaremos no individualizar en los errores para no señalar directamente a nadie y si tuviéramos que hacerlo sería mejor hacerlo en privado ya que de otra manera puede tener consecuencias peores de las que tratamos de corregir.
Aquí nos ayudaría mucho el poder contar con la posibilidad de disponer de material visual que nos apoye aportando argumentos de calidad y validez. De esta manera podremos demostrar a los jugadores que las observaciones que les hemos ido haciendo son ciertas y objetivas sin lugar a la duda o al pensar que es una opinión subjetiva basada en la relación que se tiene o no con el deportista en cuestión.
No tengamos resistencia al hablar individualmente con nuestros jugadores, es importante conocerlos, no sólo técnicamente. Ese conocimiento sobre cómo reaccionan o qué piensan también te ayudará para trabajar en el campo y sacar el máximo rendimiento a tu equipo.