Nos encontramos ante un hecho histórico, jugar sin afición, pieza fundamental de este espectáculo deportivo de gran calibre llamado fútbol.
En todos los medios se hacen eco del revuelo que puede causar este cambio de paradigma para el futbolista. Tanto si se juega en casa como si se juega fuera, en realidad el escaparate es el mismo, gradas completamente desoladas.
Pensamos en cómo afectará todo esto al deportista, pero aquí solo el tiempo nos sacara de dudas.
Todo esto puede influir en el rendimiento, claro que si, pero no solo por el hecho de jugar sin público, que ya es algo importante, si no por todo lo que hemos vivido emocionalmente, por la rapidez con la que se han tenido que incorporar a la competición y la exigencia física a la que se van a ver sometidos en tan poco espacio de tiempo.
Es normal que el futbolista al principio se sienta desubicado al principio y que extrañe a su familia deportiva, al final no es a lo que están acostumbrados y llamará la atención hasta que se familiaricen con el nuevo entorno que les rodea.
Es muy importante poner el foco de atención en uno mismo, centrarse en el presente y en lo que ellos pueden hacer en cada momento.
Comparar la situación actual con lo que teníamos antes no nos ayuda a nada. Es momento de cambios y de adaptarnos a ellos, no será lo ideal pero es lo que tenemos y el simple hecho de volver ya es ganar.
Todos coincidimos en que no tiene nada que ver, que la esencia de fútbol se pierde pero son las cartas que nos han tocado y tenemos que hacer la mejor partida posible con ellas.
Es momento de identificar aquello que nos va a ayudar y dejar a un lado las diferencias puesto que eso no hará que nada cambie, ojala, pero por contra si influirá de manera negativa en nuestras emociones.
Está claro que no podemos reemplazar el calor humano de la afición, pero si se puede aprender a sacar lo mejor de esta nueva situación para que interfiera lo menos posible en el rendimiento de cada uno.
La pasión que se transmite desde las gradas es un motor fundamental en la motivación externa del futbolista y es por ello que ahora va a tener que gestionarse más desde dentro.
El ambiente, el ruido y la pasión que crea el aficionado le da vida al fútbol. Todo este calor humano es un factor estimulante para el rendimiento del que juega en casa y que se siente arropado por los suyos.
Fuera de casa el jugador no tendrá presión pero tampoco tendrá apoyo ni el empuje de su afición. Sin presión ambiental y sin distracciones el jugador podrá estar más concentrado en la tarea, en su equipo y en el entrenador.
El apoyo entre compañeros será una pieza fundamental ya que les ayudará a reforzar la confianza y a gestionar esta realidad de la mejor manera.
Al final el futbolista se adaptará por qué se acaba adaptando a todo con profesionalidad y las circunstancias además le permitirán desarrollar nuevos recursos para hacer frente a los cambios que se vayan encontrando de la mejor manera.
La diferencia entre unos y otros la encontraremos en el cómo de rápido se recupere la mentalidad de competición adaptada a esta nueva situación.
Por todo ello trabajar el factor mental ahora más que nunca va a resultar clave para poder rendir al máximo nivel en un momento de cambio como el que vivimos.