En mis años como psicóloga del deporte no he conocido deportista que no persiga un objetivo concreto. Tener una meta clara es lo que nos impulsa a levantarnos cada día, a esforzarnos y a superar nuestros propios límites.
Pero ¿qué pasa cuando no se consigue el resultado esperado?
Cuando dedicamos tiempo, energía y esfuerzo a un objetivo, se genera una gran expectativa en torno a alcanzarlo. Sin embargo, pese a todo ese trabajo, el resultado no es el esperado y te quedas a las puertas. ¿Cuántos deportistas se han preparado durante años para unos Juegos Olímpicos y luego quedan eliminados en la última fase? En estos casos es muy común experimentar una montaña rusa de emociones, pasando por la decepción y tristeza hasta la frustración y el cuestionamiento de nuestras propias capacidades. Incluso hasta puede verse afectada nuestra confianza y motivación para seguir adelante.
Si te encuentras en esta situación, es comprensible que lo veas todo gris y que no quieras hablar mucho de ello en este momento, sin embargo, déjame decirte que, si crees que quedarte en las puertas es un fracaso, estás equivocado/a. De hecho, el simple hecho de quedarte en la puerta significa que tienes las habilidades necesarias para estar cerca de lograrlo y que sólo quedan hacer algunos ajustes para conseguirlo. En estos momentos es importante cambiar tu interpretación de la situación, en vez de seguir pensando que esto es una derrota enfócate en verlo como una oportunidad para aprender de ello, mejorar y recoger toda la información para prepararte mejor para el próximo intento.
Si, pero ¿y cómo lo hago?
El primer paso es tomarte tú tiempo para procesar la situación y todo lo que ha generado en ti. Es natural que te sientas decepcionado, triste o desmotivado. Acepta estas emociones y busca espacios para escucharlas. Sentirlas forma parte del proceso y hay que pasar por ello. Reflexiona sobre lo que estás sintiendo y busca maneras sanas de procesarlas, escribir un diario, buscar momentos de desconexión fuera del deporte o hablar con personas de confianza puede ayudar a tú mente a procesar toda esta situación y sobre todo a sentirte acompañado mientras transitas por el proceso.
Una vez que sientas que estas emociones no están a flor de piel, es hora de hacer un análisis más detallado de tú rendimiento. En lugar de centrarte únicamente en lo que ha salido mal, es importante considerar todos los aspectos de tú preparación y ejecución.
¿Cuáles han sido tus puntos fuertes? ¿Qué estrategias funcionaron? ¿Qué habilidades mejoraste durante el proceso? ¿Hubo factores externos que influyeron en el resultado? Realizar un análisis integral no solo te ayudará a identificar áreas de mejora, sino que también te recordará todo aquello que has estado haciendo bien.
Cuando ya tengas toda la información que te va a permitir volver a luchar, es importante redefinir tus objetivos. Quizás el objetivo inicial era demasiado ambicioso o necesitabas ajustar tu enfoque. Desglosar tu meta en objetivos más pequeños y alcanzables puede ser una excelente manera de recuperar la confianza y generar un sentido de logro a medida que avanzas. Además, considera revisar tus rutinas de entrenamiento y tu enfoque mental. A veces, pequeños ajustes pueden marcar una gran diferencia. Trabajar con un entrenador o un psicólogo del deporte puede proporcionarte una nueva perspectiva y apoyo en el desarrollo de un plan más efectivo que te lleve a tus objetivos en el futuro.
Raquel Venque
Psicóloga del Deporte