He sido deportista de alto nivel en Taekwondo desde los 15 años, podría decirse, cuando conseguí mi primera medalla nacional en categoría junior. Pensaréis, ‘con 15 años todavía estabas en período formativo’, y así es, pero mi mentalidad estaba ya muy enfocada en ser lo mejor que pudiera ser y llegar lo más alto posible en mi deporte. Soñaba con estar en la élite nacional y me flipaba mi deporte, me pasaba el día pegando patadas a cualquier cosa, en realidad.
Ya a esa edad e incluso antes, tenía una identidad muy marcada ‘como deportista’. La disciplina para priorizar los entrenamientos, cuidarme y esas cosas. Digamos que mi mente ya estaba encaminada al alto nivel y sumado a mi personalidad perfeccionista (por suerte, la he ido trabajando y he aprendido a exigirme en la medida adecuada) era un destino digamos que inevitable.
He tenido una carrera muy satisfactoria. Lo cierto, es que mi ‘yo’ de mis inicios admiraría todo lo que he conseguido. Es curioso, es algo que nunca había pensado hasta ahora, que escribo este artículo. Disfruté mucho de mi carrera. Como os imaginaréis, el deporte siempre fue el centro de mi vida. Todo se organizaba en la orbita de lo deportivo. Es decir, primero se planifica lo deportivo, y luego lo demás. Y cuando digo lo demás, me refiero a estudios, ocio e incluso relaciones.
Si eres deportista, es posible que te hayas sentido identificado en algún aspecto.
Llegado a este punto del relato, pensaréis, ‘ostras que duro tiene que ser retirarse’. Sí, la retirada es dura. Pasas un periodo de duelo por todo lo que dejas atrás. Por eso os dejo algunas claves que creo que me han ayudado a asumir esta última fase de mi carrera.
He desarrollado otras áreas de mi vida. Aunque el deporte fuese el centro de mi vida, alrededor del que orbitaba todo, no dejé de lado el desarrollo de otros ‘valores’ importantes para mí. Estudie y reforcé mi identidad con la que sería mi profesión más tarde. Mantuve el interés por otras actividades. La música siempre me apasionó. Lo mismo con la naturaleza. Más tarde la meditación y la psicología.
Cuidar mis relaciones. Siempre me he esforzado por mantener y cuidar mis amistades, especialmente fuera del deporte.
Mi pareja. Me ha acompañado en todo el proceso y ha sido un pilar en el que apoyarme. Crear una vida juntos me ilusiona, me ayuda a relativizar y a mirar más allá de mi propio deporte.
Tener un plan de futuro que me motiva. En mi caso, desarrollarme como psicólogo del deporte y poder ayudar de manera profesional a que otros deportistas disfruten del deporte y consigan sus objetivos.
Buscar alternativas para satisfacer mi instinto competitivo. En mi caso, cuando sabía que la retirada ‘era cercana’, comencé a interesarme por el pádel, progresivamente. Sólo para tener algo a lo que poder ‘jugar’ cuando me retirara y que no escociese tanto.
Mantener la relación con mi deporte desde otro rol. En mi caso, pero no tiene por que ser en todos, me ayudo relacionarme dentro de mi deporte, desde otro rol, ayudando a los deportistas con un conocimiento profundo del deporte. Sigo practicando mi deporte al menos una vez por semana, no mucho más porque si no me entran ganas de volver y se que no es lo mejor para mí, pero me encanta.