El miedo es una emoción que todos experimentamos en algún momento. En el deporte, puede manifestarse de diversas formas y resultará crucial tener herramientas para su gestión para tener un buen rendimiento y una buena experiencia deportiva.
El miedo, como las demás emociones, no es positivo ni negativo, sino que tiene su propia función evolutiva. En este caso, protegernos ante situaciones potencialmente peligrosas y/o que percibimos como una amenaza. El primer paso sería saber identificar cuando se trata de un peligro real, según el deporte en cuestión, y cuando es fruto de posibles inseguridades nuestras.
Normalmente, la demanda más frecuente suele ser querer eliminar el miedo por completo. Sin embargo, el planteamiento adecuado sería aprender a convivir con el miedo y aprender a gestionarlo de forma efectiva, ya que como hemos comentado, en muchas ocasiones es útil y necesario.
Es importante saber identificar qué miedo tenemos, cuándo aparece y qué nos genera para después poder identificar señales de alarma y poder trabajar sobre ellos. Los principales miedos que nos encontramos en el deporte son:
- Miedo al fracaso o a perder: está claro que la competición implica querer dar tu mejor versión y ganar, pero también hay que saber aceptar la otra cara de la moneda, que es perder. Poner el foco exclusivamente en el resultado no permitirá tener la atención en aquellas ejecuciones que nos permitirán tener un buen despeño y que, por tanto, nuestro rendimiento sea mayor, y por ende, mayor probabilidad de buenos resultados.
- Miedo a fallar: los errores deberían ser vistos como oportunidades de mejora y no como fracasos, en el momento en que no nos permitimos fallar bajo ningún concepto, estaremos más tensos y con el foco atencional en pensamientos poco útiles lo cual nos llevará efectivamente a fallar.
- Miedo a no cumplir con las expectativas: las expectativas que puedan tener los demás no las podemos controlar ni dependen de nosotros, por lo que tener el foco en eso, una vez más, nos hará estar tensos y no rendir como deberíamos.
- Miedo a lesionarse: el deporte, aunque unos más que otros, lleva implícito el poder sufrir alguna lesión en algún momento, ya sea de mayor o menor gravedad, por lo que una vez conocidos los peligros reales y no exponiéndonos a ellos, sumado a una buena preparación física, deberíamos enfrentarnos a las situaciones deportivas desde la confianza y sin estrés.
- Miedo al éxito: si, aunque suene extraño, hay deportistas con miedo a ganar. En muchas ocasiones, ganar conlleva que se depositen en ti expectativas más elevadas, más presión y responsabilidad para mantener ese listón y de seguir demostrando que eres merecedor de ese éxito.
Una vez identificado, habría que revisar cuál es el origen de esta emoción, creencias, si las metas establecidas son o no realistas, si se está dedicando tiempo suficiente a la preparación, etc. Y a partir de ahí, con la ayuda de un profesional de la psicología deportiva aprender técnicas y estrategias para un afrontamiento adecuado de esas situaciones, las cuales comentaremos en futuros artículos de este blog.