Los psicólogos deportivos somos como cualquier otra persona, tenemos nuestros motivos para hacer lo que hacemos, nos gustan ciertas cosas, otras no vivimos en un contexto social determinado y como a todo ser humano experimentamos nuestras emociones, … Estas emociones y su gestión tienen una gran importancia en el desempeño de nuestro trabajo, doble además, ya que tratamos con las emociones de nuestros deportistas y con las nuestras.
Estamos muy enfocamos en cómo ayudar a los demás, pero ¿y nosotros qué?
Los psicólogos del deporte trabajamos con emociones, expectativas, objetivos… de otras personas a diario. Sumado a esto, la mayoría de nosotros tenemos una situación profesional cambiante, la mayor parte somos autónomos con diversos deportistas y/o clubs, esto hace que debamos ir combinando agendas con diferentes proyectos.
La suma de estos dos aspectos, hace que sea muy importante el autocuidado y regulación emocional. Esto implica cuidar de nosotros mismos, buscar apoyo cuando lo necesitemos y asegurarnos de que estamos en un lugar adecuado emocionalmente para poder ayudar a nuestros deportistas.
Junto a este autocuidado emocional hay otro aspecto clave que nos ayudará en nuestra carrera profesional: nuestra motivación.
Es decir, que como psicólogos del deporte también seamos capaces de encontrar nuestra motivación, que nos llena. Ya que nos dará esos motivos para tener esa energía e ilusión por realizar nuevos proyectos, clientes…pero siempre teniendo un equilibrio entre lo que queremos abarcar, todo aquello que nos gustaría hacer y hasta donde podemos llegar, es decir, controlar el posible exceso entusiasmo, que nos pueda llevar a equivocarnos por un lado por querer tener demasiado de protagonismo o por querer abarcar más cosas de las debidas, ponernos expectativas altas.. pudiendo experimentar exceso de estrés o agotamiento psicológico.
Además, en el deporte en general, pero sobre todo en el alto rendimiento, ya existe una presión muy alta por conseguir resultados que hace que en el entorno del deportista se viva constantemente con esos nervios o ansiedad por la competición. En este escenario, también se ve la necesidad de este autocuidado y equilibrio emocional por parte del psicólogo, para poder ayudar a sobrellevar esta situación con el deportista, entorno, entrenador…. y que en momentos de máxima tensión podamos tener un buen rendimiento como profesionales.
En conclusión, los psicólogos del deporte no solo somos profesionales en el comportamiento del deportista, también somos personas con motivaciones y emociones. Por tanto, la base para poder ayudar empieza en tener esa capacidad de regulación de nuestra motivación y de nuestras emociones.