Hace un mes estuve disfrutando del Europeo de patinaje y pude entonces ver muchas respuestas emocionales ante lo que iba sucediendo tras la competición.
Todos sabéis que es un campeonato muy importante y para el que se preparan con mucho empeño todos los patinadores que pueden asistir. Como sabemos, las cosas no siempre salen como uno quiere. Es aquí donde se me encoge el alma de ver reacciones de deportistas que aún haciendo un gran papel, transmitían temor a la hora de encontrarse con sus entrenadores para esperar de manera conjunta las puntuaciones.
Este es el punto en el que decidí que escribiría y hablaría sobre esto, algo que pasa a menudo y que deja al descubierto las emociones del deportista.
¿Qué deportista quiere equivocarse? Es cierto que a veces el nivel de los entrenamientos no ha sido suficiente y luego al ir a la competición no sale, cabreando esto mucho al entrenador/a. Si es así ya se hablará, ya se pondrá todo encima de la mesa, pero no es el momento de poner una mala cara o negar un abrazo porque ante todo el respeto debe de ser clave.
El/la entrenador/a quiere sacar rendimiento a su patinador y para ello debe de dar soporte, y eso implica también que hay que saber estar cuando todo sale pero todavía más cuando el plan falla. ¿Acaso pensáis que actuando así ese patinador la próxima vez lo hará todo diferente?
Cuando un deportista sale a competir para «agradar» al entrenador o a las familias, ahí es donde empezamos a perderlo. Cuando se induce al temor, ya no se trabaja para afrontar la competición con todos los recursos que se posee, se trabaja para evitar el error y la reprimenda del entrenador.
Siguen siendo muchos los deportistas a todos los niveles y en cualquier disciplina que echan en falta por parte de los entrenador el soporte emocional. No serán psicólogos pero deben de «acompañar» deportiva y emocionalmente al que entrenan y ven cada día. Hay veces que las historias familiares son complicadas y los deportistas encuentran refugio en los espacios de entrenamiento, el problema está cuando el espacio de entrenamiento tampoco es seguro.
Si quieres ayudar a tu deportista, no actúes con el enfado o privándole de atención emocional, vuestro papel es más necesario cuando no sale que cuando sale. Cuando sale todo fluye, cuando no se necesita del entorno para subsanar y trabajar. Con esto no digo que se deban de olvidar las cosas que no han salido o lo que no se ha hecho anteriormente, claro que no, pero todo es complementario. Se puede corregir, reconducir, avisar, alertar…pero todo eso junto a un abrazo y una mirada limpia.