Terminando la temporada nos encontramos con fechas en las que aparece el miedo al cambio y la incertidumbre por lo que viene. No solo lo encontramos en los más mayores por no saber qué equipo van a poder entrenar, también lo vemos en los más pequeños mientras esperan recibir llamadas con propuestas de otros clubes, o simplemente quieren cambiar porque los amigos también lo hacen.
Momento en el que vosotros, los padres, jugáis un papel muy importante con vuestro apoyo, guiando y aconsejando, pero también valorando sus capacidades. No podemos perder de vista lo más importante en estos momentos, que no es otra cosa que la felicidad de nuestros hijos.
Hay muchas veces que nos dejamos llevar por la imagen de un club, por las instalaciones o simplemente por el prestigio que este tiene, por el contrario hay otras en las que no nos paramos a pensar si nuestro hijo está contento allí, si se divierte con sus amigos, si está aprendiendo con su entrenador o si en definitiva está teniendo una buena formación.
Nos podemos encontrar con que quieran cambiar de disciplina, no convirtamos el deporte en una obligación, tengamos en cuenta que los pequeños tienen sus propios gustos y preferencias, pero también sus necesidades y habilidades. Obligarles a hacer algo que no les apetece ni se les da bien puede ser contraproducente y haremos que acaben cogiéndole manía.
Escuchar la opinión de nuestros hijos es algo muy valioso, dejemos atrás la clasificación y los resultados. Que tengan talento y destaquen en un determinado deporte, no les obliga a tener que practicarlo.
Buscar la progresión, el desarrollo integral y sobre todo su satisfacción, serán las claves del éxito en el desarrollo de su formación. La idea es que lo aprovechen y lo disfruten, no que pasen un mal rato.