En cualquier equipo deportivo o grupo humano que se generen conflictos entre sus miembros es algo natural . Diferencias de opiniones, choques de personalidad o incluso la presión por la competición, por querer jugar más minutos pueden generar tensiones entre los jugadores, entrenadores y el cuerpo técnico. Sin embargo, por ser algo natural y que ocurrirá si este se maneja adecuadamente, el conflicto no tiene por qué ser negativo; de hecho, puede fortalecer al equipo y mejorar su rendimiento.
Los conflictos en un equipo deportivo pueden originarse por diversidad de factores, entre ellos la competencia interna por jugar, la presión social y las diferencias de personalidad o malentendidos a la hora de comunicarse. La competencia por un puesto titular puede generar tensiones entre los jugadores, mientras que la presión de la afición, los directivos o los familiares o entrenadores cuando son deportistas más jóvenes pueden aumentar el estrés del equipo haciendo que se puedan generar más conflictos. Asimismo, las diferencias individuales o interpretaciones erróneas de situaciones pueden provocar desacuerdos que afectan al grupo a sus relaciones
Cómo encarar el conflicto
El rol del entrenador solo o con la posible ayuda del psicólogo deportivo es muy importante para gestionar estos conflictos de manera efectiva. Aquí os dejamos estrategias para enfrentarlos:
1. Establecer normas y valores claros a inicio de temporada
Un equipo debe tener reglas bien definidas sobre la convivencia y el respeto. Si los jugadores comprenden desde el inicio que firman o van a ese club qué actitudes son aceptables y cuáles no, será más fácil evitar conflictos o prevenirlos. Además el construir conjuntamente los valores del equipo como el compromiso, la responsabilidad y el trabajo en equipo harán que se puedan prevenir. Por tanto estos, deben estar presentes en la cultura del grupo y reforzarse constantemente por parte del cuerpo técnico más alla de resultados.
2. Fomentar la cohesión grupal
Un equipo fuerte es aquel que se siente unido dentro y fuera del campo. Actividades de integración, reuniones fuera del deporte para compartir experiencias y objetivos comunes pueden ayudar a construir relaciones más sólidas entre los deportistas. Sin olvidar que esta cohesión también debe ir acompañada de una cohesión en el campo, de entendernos, y ayudarnos dentro de la competición, debemos buscar el equilibrio para poder rendir al mejor nivel. Pero para reducir posibles conflictos esta cohesión social es muy importante. Cuanto más cohesionado esté el grupo, menor será la probabilidad de que los conflictos se conviertan en problemas graves.
3. Fomentar una comunicación abierta
Uno de los principales problemas en los conflictos deportivos es la falta de comunicación entre los miembros del equipo, ya sean jugadores o cuerpo técnico. Es importante crear un espacio donde los jugadores puedan expresar sus inquietudes sin miedo a represalias. Reuniones de equipo o sesiones individuales pueden ayudar a que todos se sientan escuchados. La comunicación también permite que las diferencias se resuelvan antes de que se conviertan en problemas más sostenidos y más grandes.
Por tanto, el conflicto en un equipo es inevitable, pero su impacto dependerá de cómo seamos capaces de gestionarlo. Si se trabaja en la comunicación, el respeto y la cohesión del grupo, estos pueden convertirse en oportunidades para crecer y fortalecer la dinámica del equipo. Como entrenadores o profesionales del deporte, nuestro papel es guiar a los jugadores hacia una resolución constructiva, ayudándolos a desarrollar habilidades que no solo les beneficiarán en el deporte, sino también en la vida.