Antes de abordar este tema me gustaría empezar recordando la importancia que tiene la
figura de los padres en el deporte de sus hijos, para mí hay un adjetivo que es inseparable a
ellos, es el de facilitadores, facilitadores de contextos armoniosos, formativos y sanos. En
resumidas cuentas, ayudan y suman en el crecimiento deportivo e integral de los hij@s.
Uno de los principales valores que puede desarrollar el deporte colectivo es el trabajo en
equipo. Esto supone aceptar que no estamos solos, sino que tenemos que cooperar con otros
compañeros y aceptar las decisiones del entrenador, las cuales a veces no nos gustarán. Hay
padres que comprenden esta premisa mejor que otros y por tanto ello facilita que sus hijos
también lo entiendan de la misma manera.
Una inquietud que hace que muchos padres y madres cada año cambien a sus hijos de clubs en
busca de más minutos, o de promesas que tranquilizan y que a veces no llegan, es esta, “¿Por
qué mi hijo no juega?”.
Aquí es donde ese papel de “facilitadores” desaparece de un chispazo disfrazándose de
“cronometradores profesionales” que analizan y contabilizan hasta el último milisegundo de
participación que tienen sus hijos, mientras se pierden así la actuación de estos por poco o
mucho que hayan jugado.
Esta situación no debería de arrastrar a los adultos, debemos de ser conscientes de que estas
circunstancias son las que les enseñan a los niños a esforzarse y a superarse. En realidad es
algo enriquecedor para ellos ya que les hace más fuertes y les ayuda a generar nuevos recursos
para enfrentarse a estos momentos, tanto en el deporte como en la vida. Por todo ello no
debería de afectarnos, al contrario, tendríamos que agradecer al deporte que nuestros hijos se
expongan a situaciones de este tipo.
Evitarles vivir esto, responsabilizar a terceros o buscar culpables lo único que hará será
alejarlos de la realidad sin darles la posibilidad de aprender e impidiendo además que se
familiaricen con una situación que está integrada en el deporte.
Como he empezado diciendo, los padres tienen un papel fundamental para que los más
pequeños puedan gestionar estas situaciones de manera constructiva. Algunos aspectos a
tener en cuenta:
- Respetar las decisiones del entrenador como parte del deporte es lo primero.
- Aceptar que en los deportes colectivos no estamos solos y que tenemos que
compartir. - Dar la razón a los más pequeños por norma les impedirá evolucionar y superarse. Flaco
favor les hacemos. - Evitar caer en la tentación de desprestigiar al resto de jugadores para ensalzar el valor
de vuestros hijos. - Analizar los motivos que han producido esta circunstancia les facilitará enfrentarse a
situaciones similares próximas. - Aliviar sus sentimientos diciéndoles lo que quieren escuchar no les ayuda a trabajar la
tolerancia a la frustración. - Explicarles que un buen deportista no solo marca goles sino además tiene que saber
aceptar situaciones que a veces no le gustarán. - Estar ahí. Es muy importante que vuestros hijos sientan vuestra ayuda.
Si se entrena a ello desde pequeños, estarán preparados para hacerlo ahora y siempre. Todas
estas situaciones hacen que se formen y crezcan a todos los niveles, en definitiva ese es el
objetivo principal del deporte. Así que no olvidemos que estar en el banquillo no es un castigo,
es parte del juego, unas veces dentro y otras fuera, pero siempre con respeto y compromiso.
Las personas que alcanzan el éxito son aquellas que son capaces de superar los momentos
difíciles. Cuando hablamos de niños, el que esto sea posible es gracias a la actuación de los
adultos que los rodean, padres y entrenadores.