Seguro que has escuchado mil veces eso de que “la clave está en la comunicación”. Y en el deporte no es diferente. Lo curioso es que todos lo sabemos, pero luego los líos más grandes dentro de un equipo casi siempre vienen porque alguien entendió una cosa distinta a lo que el otro quería decir.
Un ejemplo típico: el entrenador da una indicación rápida en medio de un partido, el jugador cree que le está corrigiendo algo que hizo mal y se frustra, cuando en realidad solo le estaba pidiendo que se moviera un poco más arriba. Resultado: tensión innecesaria.
La comunicación no va solo de hablar mucho ni de soltar discursos largos. Se trata de que el mensaje llegue claro, de que haya escucha real y de que lo que se dice esté en sintonía con lo que se hace. Si un entrenador pide calma y luego él mismo está fuera de sí en el banquillo, el mensaje se pierde.
Lo bueno es que la comunicación se puede entrenar igual que se entrena un pase o un gesto técnico. No es magia ni talento innato, es práctica y atención al detalle.
Pistas para mejorar la comunicación en el día a día
Aquí tienes algunas pautas que pueden ayudar tanto a entrenadores como a jugadores a entenderse mejor:
Para entrenadores y cuerpo técnico
- Explica el “por qué”: si solo dices “haz esto”, el jugador puede obedecer, pero si entiende el motivo, lo interioriza más rápido.
- Usa ejemplos cercanos: no es lo mismo explicar un concepto táctico con un párrafo que mostrarlo con una jugada real o un vídeo de entrenamiento.
- Feedback con ida y vuelta: no te quedes en “esto estuvo mal”. Pregunta qué sintió el jugador, qué vio él en la jugada. A veces aprendes más de su respuesta que de tu propio análisis.
- Elige el momento: no todo se arregla a gritos en medio del partido. Hay charlas que funcionan mucho mejor al día siguiente, con la cabeza fría.
- Haz que lo que dices y lo que haces coincida: la incoherencia es el mayor enemigo de la confianza.
Para deportistas
- Levanta la mano cuando no entiendas algo: más vale preguntar dos veces que pasarte una semana entrenando mal una tarea.
- Comparte cómo estás: si estás cargado físicamente o distraído mentalmente, dilo. El entrenador no es adivino.
- Habla claro y sencillo: los rodeos solo generan ruido.
- Escucha de verdad: no basta con asentir. A veces la clave está en un detalle que se te escapa si no prestas atención.
- Acepta las correcciones como parte del juego: un feedback no es un ataque, es una oportunidad para mejorar.
En pocas palabras
La comunicación no es un adorno, es aquello sobre lo que se construye la confianza en un equipo. Cuando fluye, todo se simplifica: las ideas se entienden, los roles se respetan y las tensiones bajan. Cuando falla, los problemas crecen solos.
Entrenadores y deportistas tienen parte de responsabilidad. Y no se trata de hablar más, sino de hablar mejor y, sobre todo, de escuchar. Porque al final, lo que mantiene unido a un equipo no es solo la táctica ni el físico, sino la manera en que se entienden dentro y fuera de la pista.