Hay momentos en el deporte en los que el entorno no juega a tu favor. Situaciones en las que, más allá de tus rivales, tienes que lidiar con un ambiente hostil, con críticas, con presión externa. Les ocurre a muchos deportistas, en distintas formas. Y un ejemplo claro lo tenemos con Marc Márquez cada vez que llega a Mugello.
Si sois seguidores de MotoGP sabréis que desde aquel tenso 2015, el circuito italiano, territorio Rossi, se ha convertido en un espacio poco amable para él. Los abucheos, los silbidos, los gestos desde la grada se repiten cada año como una rutina más del fin de semana de carrera. Pero lo realmente interesante no es tanto el ruido que hay fuera, sino cómo lo gestiona Marc por dentro.
Cuando le preguntan, responde siempre con la misma calma: “Yo me centro en lo mío, hablo en pista”. Y lo cumple. No entra al trapo, no se distrae, no se descentra. Compite. Rinde. Este año, de hecho, volvió a dejarlo claro, hizo la pole, ganó el sprint del sábado y la carrera del domingo, se lo llevó todo. Y eso, desde la psicología del deporte, es una auténtica masterclass sobre cómo manejar la presión y proteger el rendimiento.
Como deportista, sabes bien que hay muchas cosas que no dependen de ti: la opinión del público, lo que dice la prensa, las decisiones arbitrales, el estado del rival o incluso si ese día te toca competir con viento en contra. Engancharte a todo eso no solo no sirve de nada, sino que te desgasta, te roba claridad, te saca del momento y te aleja de lo verdaderamente importante.
Lo que sí depende de ti, y ahí está la clave, es cómo entrenas, cómo te hablas, cómo te concentras, cómo compites. Esa es tu zona de poder. Y aprender a enfocar tu energía solo en eso es una habilidad clave si quieres rendir de verdad, sobre todo cuando hay presión o el entorno se vuelve complicado.
Marc lo tiene claro. Sabe que no puede evitar los abucheos en Mugello. Pero también sabe que sí puede elegir no dejar que le afecten. No engancharse a ese ruido. No alimentar lo que no merece más atención. No es fácil. Requiere autocontrol, madurez emocional y, sobre todo, saber distinguir qué merece tu energía y qué no.
En psicología del deporte trabajamos mucho con una pregunta muy simple, pero muy poderosa: ¿esto depende de mí?
Ante cualquier situación que te saque del foco (una crítica, una frustración, una mala racha), párate y hazte esa pregunta. Si la respuesta es “no”, suéltalo. No pierdas el tiempo. Si la respuesta es “sí”, entonces actúa. Ocúpate. Da lo mejor de ti. Pero no malgastes energía en lo que no está en tus manos.
Este cambio de enfoque no solo reduce la ansiedad en competición, también te permite tomar mejores decisiones en los momentos clave. Porque cuando te centras en lo que puedes controlar, todo fluye más por qué dejas de estar atrapado en emociones que te frenan.
Y hay algo fundamental que conviene recordar: responder no es lo mismo que reaccionar. Reaccionar es dejarse llevar por el impulso, enfadarse, perder el control… Responder es otra cosa, es elegir cómo actuar, incluso cuando todo a tu alrededor parece querer desestabilizarte. Esa capacidad de respuesta consciente es lo que diferencia a un deportista que se viene abajo de otro que sigue compitiendo al máximo nivel, como demostró Márquez.
Todos, en algún momento, nos encontramos con críticas, tensión o situaciones injustas. No podemos evitarlo. Pero sí podemos decidir cómo vivirlo. Y esa decisión es la que marca la diferencia.
Marc Márquez nos lo recuerda cada vez que corre en Mugello. Y aunque tú no tengas a miles de personas abucheándote, seguro que también tienes tus propios “ruidos”. La diferencia está en dónde decides poner tu foco de atención.